El rastro de la libélula, de Giordano Merisi

el rastro de la libélulaOs voy a contar algo de mí que creo que jamás he compartido por aquí. Cuando vivía en Madrid empecé a aficionarme a ir a partidos de fútbol. Sobre todo iba al Calderón, pero también me pasaba de vez en cuando por el Bernabéu o por el Coliseum Alfonso Pérez. Me encantaba esa sensación de que llegara el domingo y poder ponerme mi camiseta y mi bufanda, coger un bocadillo de tortilla, y pasar la tarde en el campo entre el juego y los cánticos. No entendía mucho de fútbol, la verdad, pero me gustaba esa sensación de formar parte de algo. 

Cuando me mudé a Cantabria eso se acabó. Y no he vuelto a ver un partido en la tele más que los de la selección y alguna final importante. Porque no es lo mismo. Así que no sé, si me preguntan si me gusta el fútbol… ¿la respuesta sería «no»? Sí, supongo que esa tendría que ser la respuesta, porque a mí lo que me gustaba era algo bien distinto a estar pendiente de una tabla de clasificación.

Pero no os voy a mentir, ya que al meterme de lleno en El rastro de la libélula he vuelto a sentir esas mariposas en el estómago de nuevo. Más levemente que en el campo, desde luego, pero he sido consciente de que siguen ahí. Y es que en este thriller de Giordano Merisi nos vamos al terreno de juego para descubrir todo lo que hay detrás del mundo del fútbol.

Para ello tendremos que viajar en el tiempo e irnos al momento en el que salta la noticia de que el jugador estrella del Real Madrid ha desaparecido. Giordano Merisi, que es el encargado de escribir la biografía del presidente del club, pronto se pondrá manos a la obra para descubrir qué es lo que ha pasado. Cuando se encuentra el cadáver del primo del desaparecido, vuelven a saltar todas las alarmas. Y estas acaban estallando cuando por fin es hallado el cuerpo de la estrella futbolística. Al principio se habla de una obra del narcotráfico, pero el biógrafo no cree que ese sea el motivo, por lo que seguirá investigando hasta descubrir una verdad muy turbia y decadente que pondrá los pelos de punta por lo real que parece. 

Y es que el mundo del fútbol es así. Sospechamos, nos olemos las cosas que hay detrás, pero jamás nos podremos llegar a imaginar lo que esconden esas portadas de periódico y esos partidos multitudinarios. Por eso quizás El rastro de la libélula es un libro que convence tanto, porque es tan real que impresiona leerlo en las palabras de otro. Los dos autores que están detrás del pseudónimo bajo el que se firma este libro lo saben de sobra y han querido jugar con esa realidad para darle al lector lo que quiere y lo que necesita. 

Y ahí está el punto de inflexión de este libro: aunque no seas un apasionado del fútbol, aunque no tengas ni idea de lo que es un fuera de juego y aunque no sepas quién es el jugador estrella del Real Madrid, al final acabarás en la telaraña creada por estos autores. Porque aquí lo importante es lo que hay detrás de lo que vemos en la televisión cada día. Y esto se debe a que, aunque el foco importante del libro, allá donde todas las miradas se deberían dirigir, se trata del fútbol, lo cierto es que este tema comienza a diluirse poco a poco hasta dejar de importar en cierto modo. Y esto se debe también al propio protagonista, que se quita la careta y se descubre como humano que es —en lo que ayuda muchísimo la narración en primera persona—, con sus propios problemas. Pronto descubrimos que se refugia en esa investigación para alejarse un poco de su trabajo, que empieza a odiar, y que tiene su propia vida con sus problemas cotidianos. En definitiva, que es un humano como otro cualquiera que necesita algo de salsa en su vida.

Supongo que escribir una novela de misterio ambientada en el mundo del fútbol es algo muy arriesgado ya que puede echar para atrás a todas aquellas personas no aficionadas, pero lo cierto es que la trama se vuelve interesante por sí sola y el lector se descubrirá muy pronto leyendo sin poder parar. Supongo que esa es la magia de la literatura. Y también un poco del fútbol.

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