Emocionarte. La doble vida de los cuadros, de Carlos del Amor

Para emocionarse, a veces basta con volver a mirar las cosas como lo hacen los niños. Sus ojos grandes son tales para abarcar con ellos toda la fantasía que imaginan ante el mundo que se les presenta, ya sea la cabalgata de Reyes Magos, un cuento de Roald Dahl, un dibujo en la caja de cereales, una obra de teatro con marionetas o jugar a buscar los perros que pintaba Velázquez en sus cuadros. La mirada ingenua, infantil y exenta de prejuicios favorece la imaginación y con ello, el goce y disfrute que nos lleva a emocionarnos. No siempre se creará una emoción positiva, en ocasiones puede causarnos terror como ocurre al observar el retrato reinterpretado por Bacon del Inocencio X de Velázquez, que más vale no poner como decoración en casa si no quieres tener pesadillas; otros pueden causar angustia, el Perro semihundido de Goya, aunque bueno, este crea tantas sensaciones que resulta casi inagotable como fuente de lecturas; otros, un ingenuo sonrojo y pudor ante el primer plano de la vagina de una mujer en El origen del mundo de Gustave Courbet… y así, infinitas emociones que surgen cuando la mirada que se enfrenta a un cuadro llega preparada a dejarse seducir. Y eso es lo que le ocurre a Carlos del Amor y a lo que nos conduce con este bonito libro que es Emocionarte. La doble vida de los cuadros.

Carlos del Amor nos lleva de paseo por una exposición que él mismo ha creado a través de 35 cuadros que abarcan desde el siglo XVII al XX. De cada una de las pinturas, del Amor nos descubre dos perspectivas, dos maneras de mirar el cuadro, la histórica que contextualiza la obra, y otra con la mirada de niño a la que apelaba al inicio, esa mirada que nos permite fantasear con qué pudo ocurrir en el momento de pintarse ese cuadro, qué pensaban sus autoras y autores, cómo convencieron a tal modelo para posar de esa forma, qué conversaciones pudieron surgir en ese taller. De esta manera, cada cuadro se convierte en motivo para dar rienda suelta a un cuento, un relato, un diálogo truncado e inserto en su época, consiguiendo con ello dar vida a la pintura más allá de lo que acota el marco donde está expuesta. Hace que adentrarse en el libro se convierta en un Decameron casi donde diversas ficciones se entremezclan para imaginar por un momento una ficción literaria a raíz de una obra de arte mientras el mundo real queda afuera. Acompañado de su documento histórico, ya refutado y contrastado, pero siempre con el carácter ameno y atractivo que Carlos del Amor expone en sus relatos culturales del telediario de RTVE, a veces estos otros textos pasan a ser más inverosímiles que la propia ficción por los avatares tan rebuscados que ha sufrido la historia del arte. Una auténtica delicia por partida doble, esa doble vida que pretende el libro, para conocer y emocionarse con la pintura.

Dentro del libro se comenta, por ejemplo, Los Pichones de Picasso. Una pintura que fue un paño caliente para el pintor por la tensión que le supuso reinterpretar Las meninas. Pues bien, este artista dejó a la posteridad una de las frases más bellas y que mejor ilustran la idea de esta reseña en función del carácter emotivo que propicia el libro Emocionarte. La cita reza así: “Tardé cuatro años en pintar como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño”. La mirada infantil, una vez más, que se llena de emoción al observar un cuadro y que ayuda a fantasear del modo que en la adultez no conseguimos. Así, es también muy destacable la obra de Charles Bell de 1994 llamada Triple Swirl Fade to Black. En ella, del Amor, y nosotros con él, quedamos anonadados por la capacidad técnica del pintor al dibujar las sombras, los reflejos y destellos de luz que crean unos objetos completamente mágicos si se observan con la mirada de un niño: unas canicas. Y a vuelta con el juego infantil, muy anecdótico resulta la inclusión de una obra de Guisseppe Arcimboldo de, quien si hacéis la prueba de buscar su nombre en Google, una de las primeras búsquedas que os propondrá automáticamente el buscador será “Arcimboldo para niños”, por lo divertido de su arte de crear rostros con frutas u hojas de árboles.

Muchas otras obras a las ya citadas durante la reseña se exponen a esta doble mirada o doble vida que ofrece el libro. A destacar por parte del escritor, su gran labor para reivindicar (y en mi caso, dar a conocer) las bellísimas obras e impactantes vidas de muchas mujeres artistas, vetadas y silenciadas por la historia. Son así, y por citar un par de ejemplos, el de Ángeles Santos, cuya obra Un mundo pintado cuando solo tenía 17 años y sin haber salido de su Valladolid natal habría enloquecido de envidia seguramente a Dalí por la genialidad surrealista de la autora. Un mundo que son muchos mundos en ese cuadro. Para pasar horas delante de él y ficcionar tantos diálogos como el bellísimo que imagina Carlos del Amor entre Lorca, Juan Ramón Jiménez y Ramón Gómez de la Serna. O la cinematográfica vida de Suzanne Valadon, musa y modelo de entre otros, Lautrec y Renoir, y pintora después que, sin embargo, tuvo que vérselas con la censura académica en su obra Adán y Eva del que se vio obligada a tapar los genitales de Adán. Muchas historias desfilan por Emocionarte. La doble vida de los cuadros, esta galería de arte creada para sentir y gozar con ella. Para pasear por sus pasillos, aquí convertidos en páginas, ponerse frente a los cuadros y dejar que nuestros ojos se agranden tanto como los de un niño por cuya cabecita empiezan a crearse un sinfín de aventuras y viajes que propicia el arte.

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