Encuentros fugaces con el Che Guevara

Reseña del libro “Encuentros fugaces con el Che Guevara”, de Ben Fountain

Encuentros fugaces con el Che Guevara

Es cierto eso que dicen que en la guerra todo vale, y todos sabemos también que cuando esa guerra se desarrolla en territorios situados muy al margen de nuestro devastador (y autodestructivo) mundo desarrollado, lugares que formarían parte de una especie de cara oculta de la Tierra, entonces esta máxima terrible se multiplica exponencialmente y puede alcanzar cotas que oscilan entre el grotesco espanto y el absurdo vodevil. Ya sabe usted: esos sitios donde uno no sabe muy bien quién es el malo en realidad puesto que, según los intereses de unos pocos interesados, cada día puede ser uno distinto, y donde la propia geografía, la pobreza o la manifiesta inacción de la comunidad internacional suelen convertirse también, como norma general, en enemigos tan crueles (o más) que los que directamente portan las armas.

Nota mental momentánea: (Espere: ¿no estaremos hablando de nosotros mismos?…)

Pero es cierto que lugares como Haití, El Salvador, Sierra Leona o Colombia constituyen un tema literario en sí mismo más allá de cualquier consideración sociopolítica y en Encuentros fugaces con el Che Guevara, el primer libro de relatos del escritor norteamericano Ben Fountain, (editado por primera vez en España por los amiguetes de Sexto Piso), podrá usted viajar directamente hasta allí. Podrá pasear atónito por aquellas sucias y paupérrimas calles embarradas y, aterrorizado también, tendrá que huir de las emboscadas o los secuestros, de las sutiles e inesperadas ráfagas de metralleta. Podrá recordar cómo estaban las cosas allí (¿ah, pero es que ya no lo están?), oler la verdadera esencia de la corrupción política y del poder de los clanes familiares, ver cómo funciona el tráfico de drogas o de piedras preciosas, tocar dinero manchado de sangre… Podrá respirar y disfrutar de un territorio salvaje y espectacular y, sobre todo, podrá conocer seres humanos únicos y divertidos que también están al borde de la locura o de la tragedia. Podrá, incluso, sentarse delante de un cautivo, enfermo y sentenciado Ernesto Guevara para recordar junto a él que dios y el diablo viven tan cerca el uno del otro que a veces hasta llegamos a confundirlos.

El gran David Means compara en la contra del libro a Fountain con Graham Greene o Joseph Conrad (ahí es nada), y supongo que es cierto que este autor tiene en común con aquellos, entre otras cosas, los contextos geográficos en los que ubica las historias y la presentación de unos mundos injustos y generalmente olvidados en el circuito cultural habitual. Pero a mí, estos relatos me han traído también a la memoria los que conforman Instrucciones para un funeral, del propio David Means, y no tanto por sus similitudes de tipo geográfico y contextual (que no existen), sino quizás por la melancolía y la derrota que impregna a sus protagonistas, por el humor que bañan muchos pasajes de los mismos (y que en ocasiones nos llevan directamente a la carcajada) y, sobre todo, por la riqueza gramatical y léxica de su estilo narrativo y esa elegante profundidad que tienen sus reflexiones sobre situaciones concretas, sus descripciones de los lugares y la psicología de sus personajes. Porque, aunque es un placer absoluto, Fountain no escribe de cualquier manera y debe usted prestarle atención. Y supongo que esto (o algo como esto) le llevó a recibir el aplauso unánime de la crítica estadounidense con este primer libro (editado allí en el año 2006) que también le llevó a la consecución de varios premios literarios.

Y otra nota mental momentánea: ¿Cómo es posible que, en relación a este tipo de premios, uno sea capaz (hablo de mí, claro) de montar en su desconfiada y radical cabecita un vergonzante triángulo equilátero entre premio literario-limpieza de imagen/conciencia-imperialismo yanqui, cuando hemos podido verificar de sobra la categoría narrativa del libro?

El caso es que le dejo aquí la reseña de otro formidable libro de cuentos publicado por Sexto Piso para que se atreva usted a mantener sus propios Encuentros fugaces con el Che Guevara.

Si después de la lectura, como me pasó a mí, reconoce (y lo remarcamos bien en nuestra conciencia para no olvidarnos nunca más) que la barbarie, la injusticia y la opresión, que la corrupción, la miseria, la desesperación o la muerte cruel y silenciosa no están tan lejos de nosotros, sino que viven en la misma escalera y un día pueden tocar nuestro timbre, si eso ocurre, decía, quizás ciertos tipos como el Che Guevara o aquel/la en el/la que usted crea con total devoción, no hayan pasado por este puto mundo en vano.

Deja un comentario