Hex, de Thomas Olde Heuvelt

Seguro que todos conocéis la famosa frase «¿Para qué me invitan si saben cómo me pongo?», ¿verdad? Pues creo que es la frase que puede resumir a la perfección mi experiencia con el libro del que vengo a hablaros hoy. 

Para empezar, diré que es una de las novedades de Nocturna que he tenido el privilegio de leer mucho antes de que se pusiera a la venta y eso ha hecho que me sienta muy afortunada de tener la oportunidad de estar en este blog, pero también ha supuesto que haya leído este libro con los ojos cerrados. Quiero decir que, antes de que llegara a mi vida, no había leído más que la sinopsis por encima dejándome llevar por el sello de la editorial, ya que adoro todo lo que publica. Ay… si este libro hubiera llegado a mis manos unas semanas más tarde, habría leído alguna reseña y habría huido de él sin la menor duda. 

Porque he pasado miedo, mucho miedo. Y a mí no me gusta pasar miedo. 

Pero ya que hemos llegado hasta aquí, os contaré de qué va, porque seguro que hay algún aficionado a las novelas de terror en la sala. En ese caso, la historia propuesta por Thomas Olde Heyvelt en Hex será una lectura más que apasionante. 

Tenemos que trasladarnos a Black Spring —ya solo el nombrecito del pueblo nos hace sospechar—, un lugar tétrico y desolador que tiene una particular vecina: una mujer que recorre sus calles con la boca y los ojos cosidos. Todos los saben, todos la han visto alguna vez, y es que esta mujer se cuela dentro de las casas para perturbar con su presencia a todo aquel que esté a su alrededor. El que entra en ese pueblo no puede salir, y vivirá bajo la maldición de saber que algo horrible ocurrirá cuando la Bruja de Black Rock (como es conocida) abra los ojos. 

Pero esta historia trae cola, ya que la propia Bruja tiene un pasado, un motivo por el cual hace lo que hace y un motivo por el cual espía a los habitantes del pueblo y de vez en cuando les susurra cosas horribles al oído. Sin embargo, ahí es donde no quiero entrar. Y no porque se me estén poniendo los pelos de punta solo con pensarlo y por ello haya tenido que encender todas las luces de la casa aun siendo las doce del mediodía, sino porque considero que ahí está el meollo de la historia y yo no soy quién para destriparos lo más interesante. 

El caso es que todo el pueblo está vigilado por cámaras para tener bien controlada a esta señora, pero es algo tan privado que la historia jamás ha salido del allí. Eso cambiará cuando un grupo de adolescentes decidan convertir en viral la existencia de la Bruja colgando sus vídeos en todas las redes sociales. Ya os podéis imaginar la gracia que le hará…

Una de las cosas que más me ha llamado la atención es que este libro estaba escrito originariamente en holandés y se desarrollaba en un pueblo de Holanda. En ese país ganó varios concursos y su potencial se elevó hasta las nubes. Así que Thomas Olde Heuvellt decidió reescribirlo en inglés, cambiando el lugar donde se desarrollaban los acontecimientos y eso terminó de catapultarlo al éxito. Tanto, que ya se han comprado sus derechos televisivos y cinematográficos y seguramente muy pronto podamos ver a la Bruja en carne y hueso. 

Bueno, podáis ver a la Bruja en carne y hueso. Porque ya os adelanto que aquí una servidora no se pasará ni por delante del cartel de la película.

Y es que con Hex he pasado verdadero miedo. Si bien al principio meterme en la historia me costó un poquito —no sé si se debe al estilo narrativo o a la traducción—, pronto me vi tan metida en la trama que aquello parecían unas arenas movedizas, no me dejaban salir pero yo tampoco quería. Y el problema es que estas arenas ahora me impiden mirar hacia las sombras cuando estoy en mi casa y la noche ha hecho acto de presencia y que suba las escaleras de mi habitación como si algo me estuviera pisando los talones. Si ya sé lo que me pasa… ¿por qué leo novelas de terror?

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