Horror: Rebelión en la huerta

Reseña del libro “Horror: Rebelión en la huerta”, de Madlena Szeliga y Emilia Dziubak

Horror rebelión en la huerta

Lo reconozco: si me llamo la atención Horror: Rebelión en la huerta, escrito por Madlena Szeliga e ilustrado por Emilia Dziubak, fue porque, a pesar de estar recomendado a partir de los nueve años, me recordó a La fiesta de las salchichas, esa película de dibujos animados estrenada en 2016 que suscitó tanta polémica porque muchos padres llevaron a sus hijos sin pararse a ver el tráiler ni la calificación por edades (mayores de dieciséis). Y, claro, salieron escandalizados de la sala en cuanto esos simpáticos alimentos eran asesinados por los humanos a la hora de cenar o mantenían relaciones sexuales en los estantes del supermercado.

El libro ilustrado que acaba de publicar MAEVA Young se centra en la primera idea: ¿y si las frutas y las verduras tuviesen sentimientos? Para ello, reúne veinte cuentos, de dos páginas cada uno, donde se relata explícitamente las torturas y asesinatos a los que los crueles humanos los someten al cocinarlos y comérselos.

Ni el título del libro, Horror: Rebelión en la huerta, ni los de los relatos dejan lugar a dudas de cuál es el tono: «El caso de la Zanahoria. Echar sal a las heridas», «El caso de la Col. Fermentada viva», «El caso de los Tomates. La pesadilla de la Tomatina», «El caso de los Guisantes. Muerte en la cuna», «El caso de la Cebolla. Unas cuantas lágrimas no tienen importancia», «El caso de los Champiñones. Tripas ajenas», «El caso de la Remolacha. Doble asesinato», «El caso de la Calabaza. Un asesino con seña de identidad», «El caso de la Manzana. Crimen sin cuchillo», «El caso del Girasol. La tortura engancha», «El caso de las Fresas, las Frambuesas y los Plátanos. La misma suerte», «El caso de las Uvas. El horror del paso del tiempo», «El caso de las Coles de Bruselas. Frío y calor», «El caso de las Manzanas, las Grosellas y las Cerezas. Ansias de sangre», «El caso de la Coliflor. Él, que da y quita la vida», «El caso de la Piña. Ni siquiera la armadura protege», «El caso de la Ortiga. A todos nos llega la hora», «El caso de la Alcachofa. Arranca el corazón el que no tiene corazón», «El caso de la Patata. La esperanza es lo último que se pierde» y «El caso de la Guindilla. La venganza no es dulce, es picante». Y por si fueran poco explícitos, las ilustraciones también transmiten ese ambiente sombrío.

Aun así, doy por hecho que más de un padre se llevará las manos a la cabeza. De ahí que las autoras bromeen en la página final con que algunos amenazarán con demandarlas y les recuerden a los pequeños lectores que todo lo relatado es ficción, igual que las historias de monstruos, de ranas que se convierten en príncipes o brujas que se comen a los niños, confiando en su inteligencia.

Entiendo que Horror: Rebelión en la huerta no es un libro apto para cualquier niño, pues habrá quienes se traumaticen y tengan la excusa perfecta para no volver a probar las frutas y las verduras. Pero para aquellos con suficiente bagaje lector puede ser una auténtica delicia, ya que estas historias, escritas con ese punto poético y de humor negro, logran poner los pelos de punta. Y a los padres que no tengan claro cómo se lo pueden tomar sus hijos, les recomiendo que lo ojeen antes de comprarlo, incluso que lo lean con ellos, por si acaso. Si también tienen el suficiente bagaje lector, disfrutarán tanto o más que los niños con esta preciosa edición y estos veinte relatos originales e inquietantes.

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