La trabajadora infiltrada. La realidad de buscar trabajo en España

Reseña del libro “La trabajadora infiltrada. La realidad de buscar trabajo en España”, de Alejandra de la Fuente

La trabajadora infiltrada

¿Que por qué quise leer La trabajadora infiltrada. La realidad de buscar trabajo en España, de Alejandra de la Fuente? Porque yo soy una de tantas personas que ha buscado durante años y años una oportunidad laboral.

Os pongo en antecedentes: me licencié en 2007 y, ¡pam!, crisis mundial. Me costó dos años encontrar trabajo, y fue de becaria. Encadené con un contrato de prácticas. La jefa se despidió de mí diciéndome que le encantaba cómo trabajaba, pero que la empresa estaba en serios apuros económicos. Y, unos meses después, cerraron. Era 2011 y el paro no dejaba de batir récords. Me pasé dos años mandando currículums por Infojobs y demás portales de empleo y enviando otros a puerta fría a empresas que me interesaban. Solo conseguí un par de trabajos temporales y otro maldito contrato de prácticas, en el que el jefe me dijo textualmente: «Eres una trabajadora ejemplar, pero solo eres un número, y ahora no nos cuadras en el presupuesto». Así que me formé en otra cosa y me hice autónoma. No es que haya escapado de la precariedad económica, vistas las cuotas, pero al menos tengo trabajo y me encanta.

Reconozco que durante esos años me desesperé. Durante mi época de estudiante, me habían repetido hasta la saciedad que llegaría adonde quisiera, pero el mundo real me decía lo contrario. ¿Qué problema tenía yo? Pero el problema no era yo, sino el panorama laboral español, como nos cuenta Alejandra de la Fuente (@JobsMierda en redes).

En La trabajadora infiltrada. La realidad de buscar trabajo en España, la periodista cuenta su experiencia buscando trabajo en nueve profesiones diferentes: teleoperadora, camarera, dependienta, limpiadora, peluquera/esteticista, interna/externa, repartidora, comercial/captadora y auxiliar sanitaria. Dedica una semana de investigación a cada una. Reconoce que es poco tiempo; aun así, consigue mostrar los abusos que más se repiten en las ofertas y en los propios trabajos.

Alejandra de la Fuente rastrea los portales de empleo, habla con trabajadores con amplia experiencia en esas profesiones y hasta se presenta a entrevistas de trabajo para sonsacar información. No hay página en La trabajadora infiltrada. La realidad de buscar trabajo en España en la que no nos indignemos. Cuando hablamos de precariedad laboral, lo primero que pensamos es en un sueldo bajo, pero también es precariedad tener jornadas que no dejan tiempo para nada más que trabajar y a duras penas dormir, o que exigen total disponibilidad pero ofrecen jornadas tan ridículas (se llega a mencionar una de treinta minutos para limpiadoras) que imposibilitan combinar con otros trabajos; que te obliguen a trabajar sin sueldo ni contrato para conseguir el puesto; que tu contrato no se ajuste a lo que realmente haces; que debas poner el material necesario para desempeñar tu tarea o que directamente te humillen.

El capítulo más escalofriante es el de las internas; algunas trabajan de lunes a sábado, sin derecho a vacaciones, por techo y comida; la esclavitud del siglo XXI. Y en estos casos no son culpables los empresarios malvados, sino gente de a pie que se aprovecha de la necesidad de alguien para ponerla a su servicio sin la más mínima consideración.

En ocasiones, parece que Alejandra de la Fuente se repite, pero es que las distintas profesiones comparten problemáticas, pues son intrínsecas al actual mercado laboral español.

Habrá quien piense que la selección es de oficios que no requieren estudios, por lo que se comprende más la precarización. El «haber estudiado» de toda la vida. Pero ya he contado yo mi caso y conozco decenas de casos de personas cualificadas y con experiencia que sufren de una forma u otra la precariedad laboral. Es un problema de todos y libros como La trabajadora infiltrada. La realidad de buscar trabajo en España son necesarios para poner el grito en el cielo, a ver si los de arriba toman medidas de una vez por todas y los de abajo no dejamos que nos vuelvan a pisotear.

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