Cuando fuimos inmortales

Reseña del libro “Cuando fuimos inmortales”, de Gabriela Llanos

Cuando fuimos inmortales

La nostalgia es un sentimiento sin el que, sinceramente, no sabría vivir. Una nostalgia bien entendida, claro, tampoco es cuestión de andar siempre como un alma en pena. Pero sí, ese puntito de nostalgia que te evocan ciertas cosas es para mí imprescindible. Por supuesto, la literatura es una gran evocadora para la memoria y libros como el que hoy reseño son, sin duda, un aliciente para este sentimiento. Y es que si de algo está hecho Cuando fuimos inmortales es de una dulce nostalgia que impregna todas sus páginas y que se te instala dentro.

La imparable periodista y escritora Gabriela Llanos publica, tras Facundo Cabral: crónica de sus últimos días y Viejo Caserón de San Telmo, su tercera novela, todo un homenaje a la música y sus excesos.

Lola acaba de enterarse de quién es su verdadero padre. El hombre que la observa desde una silla de ruedas, con una melena blanca cardada y ese aire decadente de estrella del rock and roll, y que ha resultado ser su padre, es nada más y nada menos que Peter Russ, la gran estrella del pop de los años noventa en España. Hace más de veinte años que vive retirado de los escenarios en Londres y su vida privada es un auténtico misterio, incluso para quienes fueran sus más allegados en aquellos años de éxito. Pero ahora que Lola ha logrado dar con él, la caja de Pandora se ha abierto y el pasado vuelve al presente para dar todas las respuestas necesarias.

Y es que a Lola todavía le falta una pieza por encajar en su puzle genético: la identidad de su verdadera madre. Su recién encontrado padre promete resolver este rompecabezas, pero, para ello, Lola deberá conocer antes la historia de Peter Russ, la gran estrella.

De esta forma, Gabriela Llanos nos adentra en una trama en la que pasado y presente se intercalan continuamente para dar paso a esta historia a la que no le falta de nada.

En ese presente, en el que Peter Russ decide invocar a quienes le acompañaron en sus años más salvajes, vamos “poniendo cara” a aquellos que, en el pasado, estuvieron a su lado. Para ello, la autora se sirve de una suerte de diario íntimo titulado Cuaderno de partituras que nos lleva a aquellos años noventa de exceso y rock and roll en los que Peter Russ desgrana en primera persona las vivencias de aquel entonces. Piezas claves que ayudarán a completar ese puzle lleno de misterios y de personajes que tienen mucho que decir en esta historia. Porque, además de esa nostalgia de la que os hablaba al principio, Cuando fuimos inmortales es también, a su modo, una novela coral repleta de personajes brillantes y perfectamente perfilados por las manos de Gabriela Llanos. Cada personaje que se pasea por las páginas de esta novela tiene algo que aportar a este misterio, una madeja que, con maestría, la autora va desenmarañando ante los ojos de un lector que no puede más que sentirse completamente atrapado en esta original historia.

La verdad es que podría escribir otra reseña sólo para hablaros de estos personajes, tan diferentes entre sí, pero con un pasado común que los sigue uniendo incluso después de tantos años.

El estilo directo de Gabriela Llanos, sin tapujos ni pelos en la lengua me ha gustado bastante y ha conseguido meterme de lleno en la trama. Unos diálogos que resultan creíbles, unos personajes bien retratados y una historia en la que todo está por descubrirse conforman la combinación perfecta para crear una novela tan potente y original como esta.

¿Y la nostalgia? Ah, pues la nostalgia impregna cada una de sus páginas. Desde ese revival de los años noventa hasta todas las canciones que acompañan los capítulos de la novela y que han resultado ser también parte de la banda sonora de mi vida.

Cuando fuimos inmortales es una novela llena de fuerza, de carisma, de humor, de ironía y de emociones que funciona a la perfección. Una verdadera joya para todos los nostálgicos.

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