El guardián invisible

El guardián invisible, de Dolores Redondo

guardian-invisible

Exquisita, impresionante, misteriosa, perfecta, emocionante, intrigante, mágica. Todos y cada uno de estos adjetivos no están puestos sin pensar. De hecho, quería encontrar los adecuados para poder describir lo que creo que es “El guardián invisible” porque pocas veces me he encontrado con una novela como ésta. Y es que, tener la oportunidad de leer novelas antes de que salgan al público, siempre es motivo de satisfacción para un humilde reseñista como yo. Y si además, la novela que ha ocupado parte de mis días y noches tiene todos los ingredientes que puedo describir de ésta, la satisfacción se convierte en admiración pura y dura. Pero, ¿por qué este libro es perfecto si no sabemos ni de qué va?, os preguntaréis. No corráis, que todo tiene su tiempo. Más adelante os hablaré de todo lo que encierra en su interior esta apasionante (un adjetivo que se me había pasado por alto, perdón) historia en la Dolores Redondo despliega su maestría, que digo su maestría, digo su poder de convicción como escritora.

Amaia Salazar vuelve a Elizondo, el pueblo donde nació, haciéndose cargo de un caso de asesinatos múltiples en los que una serie de jóvenes han sido halladas muertas en pleno valle del Baztán. Así empezará una carrera contrarreloj en la que se enfrentará no sólo a la ira de un asesino, sino a las leyendas de la mitología vasca que lo tiñen todo de oscuridad, a la vez que deberá enfrentarse a sus propios fantasmas, espíritus que creía haber dejado atrás y que han vuelto para atormentarla.

 

La Editorial Destino me ofreció leer esta novela hace unas semanas. Y no me digáis por qué, no pude negarme. Tal vez por esa portada en la que una mano se apoya en un árbol, tal vez por el resumen que aparecía acompañando al texto y que me llamaba desde la pantalla de mi ordenador, o quizá simplemente fue que el destino y “El guardián invisible” habían llamado a mi puerta para quedarse de una forma permanente. Después de buscar innumerables razones, opté por no quedarme con ninguna. ¿Para qué buscar explicaciones a algo que no tiene por qué tenerlas? Y es que Dolores Redondo, con esta novela de asesinatos en plena Navarra, no sólo ha conseguido que mis viajes en metro me haya comido las uñas, haya necesitado de muchas más paradas con las que seguir leyendo, o haya acompañado con sus páginas mis cafés diarios, sino que además ha conseguido que quede en mí la sensación de haber leído algo grande, algo que no sé muy bien cómo poner en palabras.

Partamos de una base: es una novela policíaca. Todos aquellos que las aborrezcan, probablemente se perderán una exquisitez como puede serlo una de esas comidas que te despiertan todos los sentidos y con las que quieres siempre más y más. Explico lo de novela policíaca, porque entre mis lecturas no suelen contarse demasiado este género, así que algo de mirada objetiva puedo tener. Sigamos. “El guardián invisible” mezcla en su interior, con una perfección que me llena de envidia, la vida real de los asesinatos con la mitología vasca. Y aquí sí debo dar una nota personal: para alguien como yo, que ha nacido en el País Vasco, que es un enamorado de las leyendas que rodean nuestra cultura, reconozco que ha supuesto un pellizco al corazón, como si me lo estrujaran poquito a poco y me hicieran sentir, más todavía, que yo también estaba viviendo lo que sucede en el libro. Para continuar, Dolores Redondo es una de esas escritoras con las que, según lees lo que se supone una primera novela, te dices a ti mismo: sí hombre, una primera novela, no me hagas reír, tú tienes más tablas de lo que nos estás diciendo. Y es que la novela es así: tiene un ritmo exquisito (los cambios de rapidez y tranquilidad que pueblan la novela nos la hacen disfrutar mucho mejor), los personajes tienen su peso específico y ninguno desentona (desde la propia protagonista hasta el ayudante en el obrador), y la historia es creíble, dentro de lo increíble, aunque nos encontremos, de vez en cuando, con algunos puntos mágicos en ella (las belagiles, el basajaun, la diosa Mari). Pero si aun así no os he convencido de que esta es vuestra lectura sí o sí, esperad al siguiente párrafo, y veréis.

En mi corta vida como escritor de reseñas, rara es la vez que las palabras me salen solas, porque la novela me guía a la hora de escribir. Siempre tengo un ritual para hacerlo: me siento, me pongo un café (descafeinado) al lado, apoyo un cigarro en el cenicero, y empiezo a pensar cómo quiero estructurar lo que escribo. Pues bien, no sólo me he saltado mi propio ritual, sino que además no lo he necesitado para poder escribir sobre “El guardián invisible” porque como si de uno de los personajes mágicos o reales que aparecen en la novela se tratara, un susurro me decía que únicamente podía hablar bien, podía ensalzar, podía componer, una reseña que endulzara un texto que, ya de por sí, es como un caramelo en la boca de un adicto a la lectura como yo.

Así que corred, leed, y disfrutad con el caso de Amaia Salazar, y viajad, como lo he hecho yo a Elizondo, sus calles, y al valle de Baztán donde lo mágico y lo real se juntan para parir una novela que, sin duda, debería dar que hablar.

2 comentarios en «El guardián invisible»

Deja un comentario