Adrastea

Reseña del cómic “Adrastea”, de Mathieu Bablet

adrastea integral

El ser humano busca perdurar. Alcanzar la inmortalidad, ya sea mediante la forma en la que nos recordarán otros o a través de nuestras obras y acciones. Escribió Terry Pratchett en uno de sus libros que nadie moría hasta que desaparecían las ondulaciones que había provocado en este mundo. Que su vida se alargaba todavía un poquito más a través incluso de acciones de nimia apariencia: hasta que se paraba el reloj al que se había dado cuerda o hasta que se recogía la cosecha que se había plantado. En el integral de Adrastea el autor Mathieu Bablet explora algunas de esas preguntas que reconcomen a todo ser humano y que tienen que ver con la vida y la muerte, con los recuerdos y el olvido y con nuestro transitar por la vida que en muchas ocasiones nos parece un sinsentido. Todas estas cuestiones son analizadas a través del épico periplo de autodescubrimiento de un hombre inmortal, antiguo rey de la mítica Hiperbórea, que buscará todas esas respuestas marchando en busca de los dioses del Olimpo.

Adentrarse en Adrastea es descubrir que los cómics todavía pueden dejarte sin aliento. Desde las primeras viñetas el autor lo da todo a nivel visual. Las cotas de belleza y exuberancia que llega a mostrar en cada página, en la brillante composición de cada una de ellas, pueden incluso hacerte sentir insignificante. Es casi un poco como cuando miras al cielo y te das cuenta de que estás viajando a toda leche por el espacio montado en una piedra gigantesca. Recuerdo una sensación similar la primera vez que jugué a los videojuegos de Ico y Shadow of Colossus. Y en cierto modo Adrastea es como esos videojuegos: escenarios gigantescos donde la naturaleza es representada en todo su esplendor o donde somos testigos de palacios abandonados que se han convertido en panteones por el paso del tiempo. De igual manera que los protagonistas de ambos videojuegos, el rey de Hiperbórea deberá ir alcanzando diferentes lugares (ciudades atestadas de gente, templos donde se rinde culto a los dioses, bosques, desiertos y montañas) y enfrentarse a las diferentes pruebas que le surgirán en el camino. Pruebas todas ellas que toman la mitología griega como base. Enfrentarse a La Esfinge y sobrevivir a sus acertijos, luchar contra el cíclope Polifemo o vencer a Talos, el gigante mecánico guardián de la isla de Creta, son algunos de los altos en el camino antes de alcanzar el Monte Olimpo. Mathieu Bablet convierte sus dibujos en puro arte al añadirle una paleta de colores en la que las diferentes luces y tonalidades entre el día y la noche son las protagonistas. Colores que dan un esplendor especial a los escenarios pero que además dotan de vida a todos y cada uno de los impresionantes personajes que el autor ha creado con un diseño único y especial.

Adrastea capta la atención del lector por su belleza narrativa en lo visual pero también deja poso en lo referente al guion. Es bonito y a la vez profundo, a pesar de ser un cómic con poco texto. Un texto suficiente para que el lector se haga sus propias preguntas y alcance sus propias conclusiones. Un cómic que comienza planteando las dudas existenciales que a cierta edad toda persona se plantea, pero que poco a poco, y en contraposición de todo lo colosal que hay representado en sus páginas, va haciendo hincapié en las cosas pequeñitas, en la necesidad de encontrar el reposo a través de la redención, el perdón y el amor. En resumidas cuentas, Adrastea, publicado por Tengu Ediciones en su versión integral y en un tamaño grande y que resulta perfecto para perderse en cada dibujo de Mathieu Bablet, resulta visualmente abrumador, tan repleto de belleza y de buenas reflexiones que al final te deja con ese poso de serenidad y satisfacción que se alcanza cuando se disfruta de algo bien hecho.

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