Alfred Hitchcock. El enemigo de las rubias, de Abe The Ape

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No hace falta que diga que Hitchcock era un genio del suspense, de la planificación, del encuadre, del cromatismo, de la dirección, del vestuario y del cine, en general. Meticuloso y controlador hasta decir “corten” y más allá. No hace falta, pero ya lo he hecho mientras su Funko me vigila aquí al lado, en blanco y negro y claqueta en mano. Creo que alguna vez he comentado que crecí con sus películas. Desde muy pequeño, aunque al principio, por edad, no las llegara a entender, me atrapaban igualmente y me entretenían viendo una y otra vez algunas de sus películas, casi siempre Con la muerte en los talones o Los pájaros –películas que la familia tenía grabadas en cintas VHS. (Sí, antes había videos y se podía grabar directamente de la tele en unos trastos enormes en los que se metían cintas como panes en el horno)–. Sí, lo he comentado, pero no importa y no os jode que me repita porque en el fondo os encanta leerme y compartir nostalgias conmigo.

Cuando crecí, y entendí bien todo –o creo que casi todo– mi admiración hacia el orondo británico creció exponencialmente y se hizo un hueco en mi cerebro, quedándose a vivir ahí permanentemente de la misma forma en que lo hacen, de manera universal, los miedos atávicos. Porque Hitchcock no solo es historia del cine, sino de la humanidad (anarroseo vilmente, como solo Ana Rosa puede hacer, una frase del libro dedicada a la escena de la ducha y la adapto a mi conveniencia).

Vaya, que me gustan la mayoría de sus pelis (no todas, que uno es fan, pero no fanático, y tiene un criterio y Atormentada, por ejemplo, me pareció, me parece y me parecerá, un puto bodrio. Las cosas como son, Alfred, ahí no puedo defenderte).

“El problema de hoy en día es que no torturamos a las mujeres lo suficiente.”

Era un machista, sí, pero como se encarga de aclarar este libro, “no más que cualquier hombre de su tiempo.” Aparte de por sus películas es también conocido por putear a sus actrices a veces para conseguir de ellas el efecto deseado para una determinada actuación, pero otras muchas por motivos totalmente ajenos a esto.

Pero también es cierto que dio muchas veces a sus protagonistas femeninas inteligencia mayor que la de su “partenaire” masculino, con diálogos afilados y respuestas rápidas e incluso muchas veces son las mujeres las que descubren el pastel que se está cocinando, ya sea robo, asesinato, o lo que sea que se esté cociendo, y las que se juegan el tipo para salvar una vida.

¡Qué vergüenza! Más de media reseña dejándome llevar por mis cosas y aún no he hablado casi ná del libro. Pero, mira, si has llegado hasta aquí, es porque te gusta Hitchcock al menos un poco. Y si te gusta, este libro, Alfred Hitchcock. El enemigo de las rubias es un libro que no puede faltar en tu biblioteca o en tu videoteca particular.

En él, Abraham Menéndez, Abe The Ape, hace un repaso casi como en formato enciclopedia, pero sin ser coñazo, a las personas que tuvieron algo que ver con sus películas. Empieza hablándonos de las actrices que interpretaron sus películas, de su trayectoria antes y después de cruzarse en el camino de Hitch (Doris Day, Vera Miles, Grace Kelly,…), anécdotas, descripciones de sus caracteres…

Después aborda su “pandilla”, su equipo más o menos fiel en lo tocante al apartado técnico, fotográfico, musical… (su mujer Alma, Bernard Herrmann, Saul Bass,…)

Y finalmente se dedicará a hablarnos brevemente de sus películas, de su famosa serie de televisión Alfred Hitchcock presenta, y de las influencias que sus cintas han tenido en otros directores.

Lo más importante es que aunque puede que conozcas todo lo que Abe The Ape te cuenta (que no es mi caso y me he sorprendido con algunas revelaciones), no importa porque te lo cuenta con una gracia y desparpajo muy alejado de lo que uno podría encontrar en sesudos libros que analizan los traumas (¿quién no ha tenido algún episodio de necrofilia de joven o algún problemilla con su madre?) y que dan mil y una vueltas a Vértigo, Psicosis o Marnie, la ladrona. Nah, aquí el rollo va de colegueo. Te empapas bien porque Menéndez se lo curra y te lo cuenta mientras te lía un porrito.

Pero es que además, la palma se la lleva el diseño que acompaña a los textos. Unos dibujos que, suena a topiquísimo, pero que son para puto enmarcar. Pero todos, incluyendo las guardas del libro y la sorpresa que es descubrir que el interior de la sobrecubierta es un póster de esa involuntaria ornitóloga que fue Tippi Hedren.

Por último, Abraham Menéndez nos exhorta a diferenciar la persona del artista. Que uno puede ser muy cabronías, sí, pero también realizar increíbles obras de arte con las que hacernos disfrutar y pasar buenos momentos. Saber separar es cada vez más importante en este mundo que va al alza en el número de putos ofendiditos.

Alfred Hitchcock. El enemigo de las rubias (subtítulo por cierto tomado de la segunda película del director) es una delicia imprescindible para cualquiera que se interese por el personaje, por sus películas, por el buen cine y por el diseño y los colorinchis.

Genio el artista y genial la obra.

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