Apuntes sobre el suicidio

Reseña del ensayo “Apuntes sobre el suicidio”, de Simon Critchley

¿Crees que hablar del suicidio incita a cometerlo o lo previene? ¿Y qué crees que pienso yo, si te estoy haciendo esta pregunta? No, no quiero que te suicides. Y sí, he estado leyendo Apuntes sobre el suicidio, de Simon Critchley.

Tengo que reconocer que me he tenido que tomar un tiempo para escribir esta reseña. Siempre me ha costado hablar del suicidio. Y apenas lo hago nunca. Y eso que me ha acompañado a lo largo de toda mi vida, de distintas formas: muchas veces solo imaginándome cómo sería que me suicidara, pero otras muchas veces más realizando conductas suicidas, por peligrosas. En cualquier caso, estoy de acuerdo con Albert Camus: “dirimir si la vida merece la pena ser vivida es uno de los principales problemas a los que debe enfrentarse la filosofía”, y cada una de nosotras. Por eso, agradezco a Simon Critchley que haya escrito Apuntes sobre el suicidio, para “abrir un espacio para reflexionar” sobre él y, además, hacerlo con la complejidad que el tema se merece. No estoy segura de que lo haya conseguido del todo, eso sí. Tampoco él lo piensa, creo yo. Pero es un buen acercamiento. 

Apuntes sobre el suicidio es un libro muy sincero, donde el autor, filósofo divulgador especialista en el pensamiento de Emmanuel Lévinas y Jacques Derrida (ahí es nada), hace autocrítica del trabajo originario del que éste es una reedición. Le empuja a escribir el deseo de comprender y empatizar. Porque, admitámoslo, vivimos en la época del “juicio de los justos”, y apretamos el gatillo en seguida, antes siquiera de ver bien quién se acerca. 

No sé si te lo han preguntado alguna vez: ¿Te suicidarías? No creo que esta pregunta admita un no rotundo. No es como preguntar: ¿Te leerías el último libro de Belén Esteban? Y en esto, Simon Critchley está de acuerdo conmigo. Por eso,Apuntes sobre el suicidio critica los argumentos tanto de la persona que rechaza absolutamente el suicidio como los de la que lo acepta siempre. De paso, deja ver que detrás de nuestro rechazo del suicidio se esconde en parte la visión medieval de este acto como un pecado, y que la aceptación sin condiciones del suicidio esconde a veces una falsa idea de la individualidad. 

Como cuenta en Apuntes sobre el suicidio, en un taller de escritura invitó a las asistentes a escribir sus propias cartas de suicidio. Al principio, esta propuesta me pareció algo loca. Pero luego, pensándolo mejor, creo que es algo que deberíamos de hacer todas, incluso quizás una vez al año, junto con los propósitos de año nuevo. Sería una estupenda manera de tomar conciencia de tu propia vida. ¿Te animas? Escribe conmigo: “Voy a suicidarme”. Y ahora tienes que continuar tú … ¿A quién diriges la carta? ¿Por qué te suicidas? ¿Echarás de menos algo o a alguien? 

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