Cinco siglos de azufre

Reseña del libro “Cinco siglos de azufre”, de Leonardo Núñez

Cinco siglos de azufre

Trapisonda es un lugar ficticio. Trapisonda, el pueblo que fue nombrado así en honor a los trapos, el pueblo que bien podría haber salido de la imaginación de Gabriel García Márquez, no tiene coordenadas ni latitudes con las que ubicarlo geográficamente. No obstante, cuando cierras la última página de Cinco siglos de azufre, comprendes que sí, que Trapisonda existe y que tanto este peculiar pueblo como sus personajes van a quedarse dentro de ti una larga temporada. Es lo que ocurre con la buena literatura y las grandes historias, que ellas solas se encargan de buscar sus propio espacio, geográfico o mental, en los lectores.

Decía que Trapisonda podría haber salido de la imaginación de Gabo porque, a mi parecer, hay mucho de ese realismo mágico tan exquisito entre sus páginas. Pero Trapisonda y esta deliciosa novela son obra de Leonardo Núñez, quien no sé si estará muy de acuerdo con mi comparación. Ni siquiera yo misma soy gran amante de las comparaciones, pero creo que, en este caso, es justicia poética.

“La tierra lo que tiene es azufre. Si nosotros somos sus hijos, pues lo que somos es azufre también”.

Cinco siglos de azufre es la historia de Galindo de Trapisonda, de los hijos de la tierra y del tiempo. Inspirada en la cultura, los mitos y la topografía de Adjuntas, Puerto Rico, Leonardo Núñez construye una novela tan original como inolvidable. Un ejercicio literario perfecto de esos que rara vez suceden y que me ha sorprendido y entusiasmado.

Galindo, de grandes ojos negros y barba poblada, es visto por sus vecinos como un fenómeno prodigioso. Un día apareció en la montaña del pueblo sin que nadie supiera quién era aquel joven que aseguraba haber llegado a ese país con sus padres, en una ballena de madera, mientras volaban bolas metálicas por los aires. Él mismo se construyó su casa, conocida como la Mosca al Revés por su apariencia y allí, enamorado de la naturaleza y de la vida, echó raíces. Unas raíces tan sólidas como sus creencias que ni siquiera los huracanes podrían derribar. Y allí también, mientras pasa el tiempo, sucede su propia vida. Una vida aparentemente sencilla, pero singularmente extraordinaria.

Galindo conoce a Guánica, su esposa, la del olor a café, la que escribe las mejores historias, la alegría de la Mosca al Revés. Fruto de su amor con aroma a cafeína nace Galindrago.

Cinco siglos de azufre no es solo la historia de Galindo, sino también del tiempo y de la tierra, sobre todo de la tierra y su azufre, un elemento indispensable en esta novela y en el propio devenir de los acontecimientos. Un elemento que aparece en forma de revelación y que regirá la vida de Galindo y, en cierto modo, la de sus vecinos. Quizás el detonante de la transformación de Galindo. Quizás no. Solo la tierra lo sabe.

Es difícil resumir en unas líneas todo lo que esconde esta novela. Creo que las palabras se quedan cortas, y en cierto modo vacías, para abarcar una historia como esta. Y es que entre las páginas de este libro hay toda una vida, que no es poca cosa, ¿verdad?

Podría hablaros más de Galindo, de sus revelaciones y anhelos, de Trapisonda y sus vecinos. Y es que Cinco siglos de azufre es una novela coral repleta de personajes fascinantes, desconcertantes y con voz y memoria propia. Podría contaros todo lo que me ha hecho sentir Leonardo Núñez en estas páginas, el infinito amor que siento por Galindo y sus sueños, por ese extraño pueblo que ha decidido buscar su propio lugar en mi memoria.

Ya veis, lectores, hay veces que es mejor quitarse el sombrero y simplemente decir: tenéis que leer Cinco siglos de azufre.

Eso es todo.

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