Reseña del Libro “Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media (Edición Revisada), de J.R.R. Tolkien
No entraré en la polémica de si la serie de El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder es buena o mala, de si es respetuosa con el legendarium de Tolkien o, por el contrario, los creadores le han echado mucha inventiva e imaginación. De la serie, lo único que voy a apostillar, es que ha servido (al igual que pasó con la trilogía cinematográfica de Peter Jackson) para que a más de uno le picara el gusanillo por adentrarse por primera vez en la obra de J.R.R. Tolkien mientras que a otros nos ha hecho regresar a la Tierra Media. En mi caso el libro seleccionado ha sido Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media (Editorial Minotauro), un conjunto de cuentos, escritos y ensayos que en su mayoría resultaron inacabados y que Christopher Tolkien (hijo del autor y editor de la obra) se encargó de ordenar, pulir, revisar y comentar.
Cuando se aborda el libro de Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media se tiene que tener en mente que es necesario, y obligatorio, haber leído El Hobbit, El Señor de los Anillos, y, si es posible, y como mínimo, haber hojeado un poco El Silmarillion. Si de este último libro no hemos tocado ni una sola página pero nos conocemos de cabo a rabo El bestiario de Tolkien o La enciclopedia de Tolkien (dos obras de referencia con autoría de David Day) también servirá. Antes de volver a caminar por la Tierra Media, de encontrarnos con esa bella prosa repleta de florituras, antes de descubrir, o redescubrir, ese amor de Tolkien por la naturaleza, Christopher Tolkien se dirige al lector en una breve introducción. En ella se nos descubre todo ese trabajo arqueológico que tuvo que realizar para darle cierto sentido a borradores, esbozos garrapateados en hojas o simples acotaciones a pie de página. Ordenar la obra inconclusa de su padre fue como intentar la titánica proeza de poner sentido a las leyendas y mitos de todo un pueblo: en más de una ocasión se encontró con diferentes versiones de una misma historia, inconsistencias o contrariedades. Christopher Tolkien nos habla de cada una de ellas en el apartado de notas que cada relato tiene al final. En ocasiones se encuentra una explicación a esos giros de guion, a los finales abruptos o a los cambios en la trama, en otros es un misterio que J.R.R. Tolkien se llevó a la tumba.
La primera parte de Cuentos Inconclusos de Númenor y la Tierra Media se compone de dos relatos que pertenecen a La Primera Edad: De Tuor y su llegada a Gondolin y Narn i Hîn Húrin (La historia de los hijos de Húrin). Ambos tienen en común un estilo narrativo de corte muy clásico que rememora a las grandes obras griegas como La Ilíada. Aventuras, bellos parajes y tragedias. Aventuras garrapateadas en pedazos de papel durante una licencia por enfermedad de la que Tolkien gozó en 1917 alejándose así, momentáneamente, de La Gran Guerra. La protagonizada por Tuor nos lleva a encontrarnos con Ulmo, el señor de los océanos, y la misión que este le encomienda de llevar una advertencia al reino de Gondolin de su inminente caída. La leyenda de Túrin Turambar (uno de los hijos de Húrin) constaba de varias versiones: una versión larga en prosa y un poema inconcluso en versos aliterados. La narración que se ofrece en el libro es la más completa, en este caso en prosa. De esta forma seguiremos las andanzas de Túrin, de cómo fue enviado a criarse con el rey elfo gris Thingol en Doriath para luego más tarde luchar contra Morgoth o enfrentarse al sibilino dragón Glaurung. Aunque esta edición del libro ha sido revisada, corrigiendo sobre todo errores de traducción, es en el poema épico de Los Hijos de Húrin donde he encontrado unos pequeños errores: en las notas las indicaciones de página en ocasiones no cuadran, enviando al lector a páginas que no existen o que nada tienen que ver con el relato, error debido, posiblemente, al no realizar cambio de numeración en esta nueva edición.
En la segunda parte del libro se nos habla de La Segunda Edad del Sol, también conocida como la Edad de los númenóreanos. Gran parte de la narración versa sobre la isla que poblaron los descendientes directos de los edain de La Primera Edad. Christopher Tolkien incluso nos muestra un mapa dibujado por él basándose en un esbozo creado por su padre. Los rasgos geográficos del lugar, explicados de pe a pa, así como una crónica histórica que deja con ganas de más sirve para conocer a ese pueblo misterioso antes de su caída, conocida también como la Akallabêth. Pero esta segunda parte no solo trata de Númenor, un importante grueso servirá para acercarnos a la figura de Galadriel y Celeborn. De la reina élfica de Lothlórien conocemos en gran medida sus acciones en La Comunidad del Anillo, así como los presentes que otorgó a los portadores del anillo, pero poco conocemos de su juventud o de cómo llegó a ser reina. Mediante un ensayo compuesto de citas y de textos inéditos ordenados de forma cronológica por Christopher Tolkien podremos adentrarnos en las luchas que Galadriel mantuvo contra Morgoth y la forma en la que se gestó su relación con Celeborn.
La tercera y cuarta parte del libro nos lleva por derroteros que ya conocemos un poco más (la búsqueda del Anillo Único así como la batalla contra las hordas de Sauron) pero eso no significa que no vayamos a encontrar sorpresas, de hecho es el tramo del libro que me ha resultado más atractivo por despertarme no poca nostalgia. En El desastre de los campos Gladios Isildur es el protagonista. El Isildur que ya había vencido a Sauron y era portador del Anillo Único. La historia ya la conocemos, pero no con este grado de detalle. De igual forma que no conocíamos en su totalidad el viaje de los Jinetes Negros relatado por el propio Gandalf a Frodo, algo que forma parte del abundante material que hay sobre lo que el propio Christopher Tolkien pasa a bautizar como “La búsqueda del Anillo”. Llegados a este punto solo cabe añadir que, tal vez Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media no sea la obra más accesible de Tolkien, pero acercarse a ella sirve para descubrir de nuevo la Tierra Media así como para sorprendernos con unas historias de belleza sin parangón, pero sobre todo sirve para encontrarnos con el Tokien filólogo, el cronista, el ensayista, el historiador y el enamorado de la naturaleza y de las buenas historias.