El Asombroso Spiderman: El libro de Ezequiel

Reseña del cómic “El Asombroso Spiderman: El libro de Ezequiel”, de J.M. Straczynski y John Romita Jr.

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“Sé lo que estás pensando: ¿soy amigo o enemigo?” Ezequiel Sims dice estas palabras la primera vez que su camino y el de Peter Parker se cruzan. En Vuelta a Casa, el cómic que iniciaba la saga de Sims escrito por J. Michael Straczynski y dibujado por John Romita Jr., el extraño personaje le desvela a Peter Parker que sus poderes tienen más que ver con lo místico que con lo científico, además de revelarle que ciertas fuerzas oscuras irán a por él. Ezequiel se mostraba de esta forma como un aliado inesperado así como un mentor repleto de incógnitas. Pero su historia, desde un primer momento, estaba repleta de puntos ciegos y de misterios inexplicables. En El libro de Ezequiel (publicado por Panini Cómics en su colección Marvel Saga), cómic que pone punto y final a la saga así como a la magnífica colaboración entre Straczynski y Romita Jr., por fin se hace la luz sobre un personaje que va y viene, que utilizó sus poderes arácnidos para convertirse en un hombre de negocios de éxito y que da explicaciones con cuenta gotas. Pero antes de dar carpetazo al asunto, Spidey debe enfrentarse con otro ser que basa su poder en la magia y las artes oscuras: una diosa del caos que consigue escapar de su prisión y que lo obligará a pactar una alianza con el mismísimo Loki.

Vengo diciendo desde el principio que si hay algo que Straczynski y Romita Jr. hayan hecho maravillosamente bien en su colaboración es mostrar al hombre mundano que hay bajo la máscara mientras se enfrenta a todo tipo de enemigos inimaginables. Para muestra un botón: Spiderman y Loki sentados en una cornisa bebiendo un refresco y comiendo un perrito caliente. Una viñeta impagable. El primero explicándole al dios de las mentiras y las triquiñuelas que eso es lo mejor que puedes hacer en la ciudad. Sin duda Spiderman es capaz de desarmar con unas cuantas chanzas y su simpatía a un dios asgardiano hasta llegar a humanizarlo. De hacerle entender incluso de que en todo conflicto debe imperar, ante todo, la vida. “Las muertes sin sentido me ofenden”. Y de esta forma, y siempre con el mismo mantra, el trepamuros es capaz de codearse con dioses y seres místicos a enfrentarse a situaciones más terrenales. Circunstancias que llevaran a Mary Jane y a Peter a apoyarse mutuamente, a consolidar un poco más su relación y a rubricar ese contrato social en el que todavía hay cabida para alguna pequeña mentira piadosa, ya sea por vergüenza, por evitar comidas de olla innecesarias para el otro o por pura indecisión. Mentiras que no pasan desapercibidas a tía May que se convierte una vez más en la anciana de excelsa sabiduría de la aventura. Una trama en la que además Straczynski aborda la problemática de las armas en Estados Unidos. Y aunque pasa de puntillas e intentando no hacer ruido, ahí está el muchacho de color muerto de miedo y con un arma y ahí están esos policías y como deberían comportarse en esas situaciones. “Son adultos tendrán un mínimo de serenidad…”


Un gran poder conlleva una gran responsabilidad es probablemente la cita más importante en el mundo del cómic y en El libro de Ezequiel se muestra como la máxima que servirá de balanza moral para medir la vida y los actos de cada uno de los dos hombres araña. Y todo esto mientras Nueva York es atacada por miles de arañas que buscan desesperadamente una presa. El dúo Straczynsky Romita vuelve a ponerse las pilas y hace cuadrar todas las piezas del rompecabezas andante llamado Ezequiel con, para mi gusto, un clímax algo abrupto y apresurado que, eso sí, ofrece al lector una historia cargada de simbología, de redención y de momentos tremendamente épicos donde el dibujo de Romita Jr. te deja totalmente flipado. Una historia que interpela al lector para descubrirle que no hacen falta grandes poderes para intentar cambiar las cosas, solo decisión. Una historia que ponía punto y final a una de las mejores etapas de Spiderman.

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