El inmortal

Reseña del cómic “El Inmortal”, de Carlos Giménez

Carlos Giménez es un autor de referencia y un must del tebeo español. Muchos de sus temas recurrentes están en El inmortal: combatir la injusticia social, visibilizar los barrios como Vallekas (con K, siempre, por favor, gracias), denunciar las consecuencias del cambio climático o el tratamiento de la vejez y el miedo a la muerte. Su protagonista, Homobono conocerá a unos extraterrestres que le dejarán pasar una semana en el futuro antes de concederle su deseo de inmortalidad.

El planteamiento distópico de El inmortal no es novedoso ni destaca por su agudeza crítica y, sin embargo, siempre viene bien recordar estos temas. De hacerlo, mejor con su excelente sentido del humor y su profesionalidad narrativa. Aunque las nuevas generaciones no lo pillen, recuerda que Carlos Giménez acaba de cumplir 80 años, ese vocabulario “debuten” de los 80 es perfecto para el futuro grotesco que nos presenta. De todas formas, se nota en el tipo de bromas, la composición de los chistes, los sesgos de género y los arquetipos, que el autor lleva décadas creando con un estilo concreto y permanente, fiel al origen de sus primeras viñetas.

El inmortal supone pues una lectura entretenida de ciencia-ficción que, sin ser transgresora, expresa las preocupaciones de muchos de los lectores que se acerquen al cómic. Como explica en el prólogo, el guion lo concibió antes de la declaración del estado de alarma por la pandemia. Y aún así hay tópicos de rabiosa actualidad que aparecen: vacunas, nanorobots, deseo de salud permanente y probable sequía y guerras por el agua. Son muchos los temas por los que pasa, necesariamente, de puntillas, dada la extensión del cómic: la desinformación de la población, el control del estado y la ausencia de privacidad o los independentismos.

El punto de vista de El inmortal oscila entre el escritor alcohólico cubata-en-mano que baja a la historieta lo que le cuenta Homobono en forma del superhéroe Capitán Vallekas (ahí me ha ganado para siempre, debo confesarlo) y el propio anciano que sorprende en cada visita con una aventura progresivamente más inverosímil. El dibujo en blanco y negro, de línea clásica y fiel a su estilo, te sube a ti también a una máquina del tiempo, como la de su admirado H.G.Wells, para llevarte a esas décadas de proto-historietas sci-fi, libres de tecnología, de dispositivos y con cámaras urbanas a lo 1984.

Veo a Homobono, el protagonista de El inmortal como un magnífico personaje de tira semanal que desde la distancia que le da su vejez, su experiencia y su imaginación, critique desde la sorpresa y la incredulidad, lo que en el día a día te cuentan las noticias y que muchas veces se nos “hace bola”. Si has llegado a Carlos Giménez con esta última historia, te recomiendo que leas toda su obra. Con especial afecto te invito a la lectura de “Barrio” y con destacada preocupación a “España: Una, Grande y Libre”.

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