El verano de su vida

Reseña del cómic “El verano de su vida”, de Thomas von Steinaecker y Barbara Yelin

el verano de su vida


Que si “la vida sigue”, que si “hay que mirar hacia adelante”, que si “la vida son dos días”… Ya, ya, ya… La vida no es que siga, es que tan jodida, tan egoísta y va tan a su bola que te empuja sin remedio hacia adelante como una turba ansiosa de rebajas esperando el momento en el que abran las puertas del centro comercial de turno. Y sí, son dos días, pero uno pasa volando y el otro lo malvives envejeciendo y eso, ya quedamos en alguna reseña, que significaba perder cosas, no necesariamente materiales. Así que la vida te empuja y te obliga a seguir hasta que llega un momento en el que lo único que hay delante de ti, o al menos lo único que merece la pena, es el recuerdo de un tiempo mejor, o de cualquier tiempo anterior al que has llegado el cual, simplemente por eso, por ser anterior, es mejor.

Las primeras páginas de este cómic son tremendas. Por su dureza, por su crudeza y porque es puro reflejo de la vida que nos ha tocado y seguramente nos toque vivir.  “A menudo me parece que ya estoy muerta. Y que esto es la eternidad”, piensa Gerda en la residencia de ancianos, mientras escucha como una mujer y su hijo se despiden del padre de la primera tras excusarse diciéndole que le gustaría quedarse más pero que lo siente… Gerda sigue con sus pensamientos:

“Antes el tiempo volaba. Cuando me acuerdo duele. Y, sin embargo, cada vez me gusta más recordar el pasado. Me hace sentir que sigo viva”.

A partir de aquí Gerda hará un repaso de su vida y establecerá sutiles paralelismos entre su antes y su ahora. Recordará como ya desde niña era un hacha en mates por delante de cualquier niño y cómo poco a poco fue haciendo méritos, en los años sesenta, en el campo de la astrofísica, a la vez que descubrió el amor. Nos cuenta también las decisiones que marcaron su vida, sobre todo esa en la que tuvo que decidir entre una próspera carrera fuera de su país o su pareja.

El verano de su vida se lee con calma, no es tan triste como a priori podría intuirse en las primeras páginas, no es de esos cómics que te hacen llorar a moco tendido, pero sí te hace pensar en la forma en que la vida, como los dinosaurios, se abre paso, en cómo haber elegido A y no B ha marcado tu destino y un poco también en el día a día en las residencias de ancianos.

En lo plástico nada que objetar, más bien todo lo contrario, no puedo sino alabar este apartado. Un dibujo con predominancia de azules, verdes y blancos para el tiempo presente y tonos amarillos y claros para el pasado, junto con un trazo que pudiera parecer improvisado, como a mano alzada, pero que en ningún momento lo es. Se nota la fuerza de las viñetas y hay páginas con un estudio de composición brutal.

El verano de su vida es un buen cómic que cuenta una historia normal de una mujer normal. Sencilla, pero entretenida, triste y profunda. Como la vida de casi todos nosotros. No hay más, pero tampoco menos. Y eso ya es bastante.

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