En casa me lo sabía, de Nando López

En casa me lo sabíaEstoy segura de que todos los profesores hemos oído en más de una ocasión todos los topicazos habidos y por haber en torno a nuestra profesión: “es que los profesores tenéis tres meses de vacaciones, qué buena vida” o “vaya sueldazo tenéis” (ejem). Si encima eres maestro y trabajas con peques todavía te tocará oír más tonterías si cabe: “pero si lo vuestro es todo pinta y colorea”. Solo quienes nos dedicamos a la docencia, y alguna que otra persona empática, sabemos todo el esfuerzo y el sacrificio que supone ser profesor. Que sí, que tenemos vacaciones, pero también tenemos miles de tutorías, juntas de evaluación, clases de ratio imposible con alumnos con necesidades distintas, preparación de clases y largas horas de corrección de exámenes. El trabajo de un profesor no acaba cuando sale de su puesto de trabajo, como ocurre con muchas profesiones. Un profesor está de guardia prácticamente veinticuatro horas al día y, creedme, no todo el mundo está preparado para ello.

Una de las partes que más me gusta de mi profesión es el contacto diario, en mi caso, con adolescentes. No sabéis lo que se aprende de ellos, lo divertidos que son y la cantidad de nombres de grupos y jerga rara que aprendo todos los días. Nando López, el autor de En casa me lo sabía lo sabe bien. Aunque actualmente esté en excedencia, Nando ha sido profesor de secundaria y bachillerato durante más de diez años en la enseñanza pública. Además, es novelista, dramaturgo y doctor cum laude en Filología Hispánica. Entre sus novelas destacan La edad de la ira (finalista del Premio Nadal) o El sonido de los cuerpos. Nando es, además, un reconocido autor de títulos juveniles como Nadie nos oye, En las redes del miedo o El reino de las tres lunas. Sus obras de teatro, representadas en varios países, incluyen Cuando fuimos dos, Nunca pasa nada o Las harpías en Madrid. Ya quisiera mucha gente tener semejante currículo. Otra cosa que me encanta de Nando es que es un gran activista de los derechos LGBT y, gracias a sus redes sociales, sé de primera mano la repercusión que sus obras tienen en los adolescentes y lo importante que es su labor.

Tras haber publicado Dilo en voz alta y nos reímos todos y haber cosechado muchos éxitos, Nando vuelve a la carga con En casa me lo sabía, un manual (gamberro) para sobrevivir a los exámenes. En esta ocasión, Nando recoge en este divertido libro las anécdotas y situaciones cotidianas que se viven en los institutos y en las casas en época de exámenes. Esto es algo que todos recordamos bien de nuestra etapa de estudiantes, ¿verdad? ¿Cuántos exámenes habremos hecho a lo largo de nuestra vida?, ¿cuántas chuletas?, ¿cuántas estratagemas para conseguir sacar ese cinco?, ¿cuántos nervios, cuántos exámenes en blanco?, ¿cuántas ojeadas al examen del compañero? No vayáis a pensar que las cosas han cambiado mucho. Las tretas para aprobar siguen siendo más o menos las mismas. Los alumnos siguen poniéndose nerviosos y los profesores siguen maldiciendo la pila de exámenes por corregir. Lo que sí ha cambiado bastante con respecto a mi época es la implicación de los padres en la enseñanza de sus hijos. Algo que me parece bien hasta cierto punto. Por ejemplo, hay padres que saben mejor que sus hijos qué deberes tienen que hacer o cuándo tienen los exámenes. No voy a meterme a criticar esto porque daría para un artículo aparte, pero vaya tela.

Divido en siete partes, el libro aborda desde un “Por qué (todos) odiamos los exámenes” hasta Una de suspense: “¿pero ¿qué entra?”, pasando por Una de enredo: “¡Sacad un folio!” a Una de terror: ¿” Has corregido ya”? Finalmente llega el melodrama “En casa me/se lo sabía” y los grandes clásicos de los exámenes de nuestra vida. Etapas, todas ellas, que los profesores conocemos bien. Sin duda, yo siempre me quedo con los clásicos y los grandes hits de las respuestas de los alumnos en los exámenes. Como profe de lengua y de inglés he visto cosas que vosotros no creeríais. Desde construcciones imposibles hasta al mismísimo Sauron como personaje de La Celestina. Y eso que corregir exámenes es un infierno, pero a veces nuestros alumnos nos lo hacen mucho más ameno.

En casa me lo sabía es un libro muy divertido que los profes disfrutarán sin duda. Me consta que está teniendo mucho éxito y no me extraña en absoluto. Cómo no sentirse identificado entre sus páginas y las anécdotas que se recogen en ellas. Gracias, Nando por las carcajadas y tu gran labor. Necesitamos muchos más profesores como tú.

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