En la Tierra somos fugazmente grandiosos, de Ocean Vuong

En la Tierra somos fugazmente grandiososSi has estado pendiente de lo más destacado en literatura norteamericana ya te sonará el nombre de Ocean Vuong. Con su primera novela ha generado tal ruido mediático que nuestras editoriales no han tardado mucho en traerlo. Finalmente Anagrama fue quien se llevó el gato al agua y puso bajo su sello una de las mejores novelas del año pasado. No tardaremos en verla en listas y recomendaciones diversas porque no era humo todo lo que se decía sobre ella. Es una obra maestra de principio a fin. Uno de esos casos en los que la literatura sirve para hablar de las zonas oscuras de la experiencia humana. Inmigración, familia, identidad sexual, violencia, guerra, poesía y redención. ¿Qué más se le puede pedir a una historia cuyos cimientos son lo suficientemente robustos como para soportar la fragilidad de un autor que se rompe y deja salir todo? Me gusta cuando llega un libro así y me desbanca. He reescrito este texto más de una y más de dos veces. Y siempre siento que me dejo algo en el tintero. Lo inefable a veces es algo que conocemos bien y que tenemos al alcance de la mano, pero somos incapaces de hacer el esfuerzo necesario para integrarlo. Vuong es un héroe de guerra. Ha estirado el brazo lo suficiente como para tocar aquello que permanece sagrado para muchos de nosotros.

Esta historia es una carta de un hijo a su madre. También es la historia de una familia de origen vietnamita que huye a América para ofrecerle algún tipo de futuro a ese hijo. Una abuela que poco distingue la realidad de su país en llamas con el nuevo país en el que le ha tocado vivir. Una madre que sufre estrés postraumático tras la guerra. Un niño que sirve de vehículo para interactuar con esta nueva tierra de oportunidades que se esconde tras un idioma que ninguna de las dos adultas domina. Vuong saca a relucir sus vivencias personales para aportar algo completamente diferente a toda esa literatura de exiliados que es tan prolífica en Estados Unidos, y lo consigue con unos accesos de sinceridad pocas veces vistos en libros que comparten esta temática. La experiencia inmigrante cobra aquí una dureza particular cuando la mirada del niño protagonista, Perro Pequeño, nos describe la pobreza que no se percibe, el racismo velado, los brotes de violencia que protagoniza una madre que no tiene la posibilidad de sanar todas esas heridas que el enemigo ha dejado en ella. Un retrato doloroso y esperanzador que cuenta sin tapujos ni medias tintas la dificultad de empezar de cero en la tierra de aquellos que han destruido tu país.

La novela va ganando en profundidad a un ritmo perfecto. A medida que el mundo de Perro Pequeño se expande con nuevas personas y nuevos matices, el lector va entrando de lleno en un espectro de emociones de otro calibre. El despertar sexual del protagonista nos lleva a conocer a Trevor, uno de los personajes más decisivos en sus años de formación sentimental. Y es que hay tras los pasos erráticos de los personajes de Vuong una búsqueda constante de validación y cariño. Algo que en la mayoría de los casos les llevará a encontrarse cara a cara con una violencia disfrazada de afecto. Durante todo el relato se siente un poso palpable de soledad que no es más que el desarraigo en su faceta más adaptativa. Aquella que exige al que lo sufre, que busque formas de mimetizarse con el contexto que lo acoge. Un proceso doloroso y vital cuya constatación de que se ha superado es el propio libro que el lector sostiene en sus manos.

Hay algo sobrecogedor con el lenguaje en esta novela. Todo el texto está presentando como una carta larga que el protagonista escribe a su madre cuyo conocimiento del inglés es nulo. Pero incluso con esta panorama desolador, Perro Pequeño lleva a cabo su objetivo. Ocean Vuong no se amedranta con los registros. Podemos decir de él sin miedo a equivocarnos que su preocupación por la forma es abrumadora. Hay un registro poético, un cuidado en la elección de imágenes y palabras que obliga a la relectura constante con el objetivo de revisitar algo hermoso que ha sucedido demasiado rápido. Hay un registro ensayístico que abarca temas de muy diversa índole y que demuestra que la curiosidad es necesaria para sobrevivir. Hay un registro autobiográfico que convierte la experiencia del autor en la materia prima con la que construye el personaje de Perro Pequeño. Nada coarta a Vuong a la hora de mezclar todo esto para contarnos su historia. Y no diré que estamos ante la novela definitiva porque no tengo claro qué se esconde tras dicha etiqueta. Pero sí puedo afirmar que estamos ante un ejemplo claro de literatura necesaria. Vamos a revisitar este libro a lo largo de los años y leeremos pasajes que se han quedado con nosotros sin pedir permiso. Vuong nos ha hecho, eso sí, el regalo definitivo. Una historia que no se acaba cuando cerramos el libro, no existe la posibilidad ni de olvidarla ni de silenciarla.

4 comentarios en «En la Tierra somos fugazmente grandiosos, de Ocean Vuong»

  1. ¿Y la traducción? ¿No merece siquiera citarse? ¿Se puede hablar de Literatura (con mayúscula) sin reparar en el hecho casi alquímico del trasvase entre lenguas?
    El traductor,
    Jesús Zulaika

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    • Estimado Jesús, Soy Iván Ricarte, coordinador de Libros y Literatura. Nosotros apreciamos y valoramos enormemente el trabajo de los traductores, y también de autores, editores, maquetadores, correctores, ilustradores, impresores, distribuidores, libreros… Todos tenéis un papel importante en el libro, pero nosotros somos meros reseñistas de un blog, y creo que tenemos el derecho de hablar libremente de un libro y mencionar los aspectos que nos apetece en cada momento… Y creo que con esto no desmerecemos tu trabajo, pero permítenos la espontaneidad y citar la labor del traductor solo cuando lo consideremos, según nuestro arbitrario criterio personal. Muchísimas gracias por tu comentario, espero que no te moleste que te dé mi opinión personal. Un cordial saludo.

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  2. Me parece de muy mal gusto leer una reseña de un libro que has traducido y que lo único que tengas que decir sea “no me has mencionado”. Me parece de una soberbia descomunal y que precisamente desprestigia la labor de los demás, porque no has tenido ni la decencia de felicitar al crítico por la reseña. Empieza por reconocer el buen trabajo de este blog antes de exigir tu reconocimiento.

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  3. Hola.
    Os he encontrado por casualidad y veo vuestra magnífica reseña, con la que estoy totalmente de acuerdo.
    A mí me ha parecido una novela de contrapuntos: las escenas más crueles, salvajes o sórdidas las ha narrado con exquisita sensibilidad, que demuestra las cualidades de Ocean Vuong como poeta. Si tenéis ocasión leed su poemario Cielo nocturnos con heridas de fuego, es magnífico.
    Me ha parecido una novela para leer despacio, sin prisa, asimilando cada una de las frases.
    ¿Cómo será su próxima novela? Expectante me quedo.
    Un saludo.

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