En los estantes, de Javier Gilabert

En los estantesJavier Gilabert nació en Granada, ciudad que quiero mucho porque allí pasé gran parte de mis años universitarios. Es profesor, como servidora, y le encanta jugar con las palabras hasta domesticarlas y hacerlas suyas en sus poemas. Tiene, además, una extraña fascinación con los cielos, locura que comparto con él. Así que, como podéis ver, Gilabert y yo tenemos bastante en común, sobre todo aquello de sentirnos cómodos con la poesía. Supongo que esto de compartir el ser poetas que andan siempre por las nubes es suficiente excusa para acercarme a sus versos y En los estantes es una maravillosa oportunidad para ello.

Este no es el primer poemario que publica Javier Gilabert. Ya había autoetidado antes PoeAmario, un libro cuyos beneficios donó a una ONG. También ha sido publicado en la antología Granada no se calla, contra la violencia machista y Caballo del Alba. Con este poemario, En los estantes, el autor quedó finalista en el II Premio de Poesía Esdrújula.

Me gustaría destacar del prólogo del poemario, escrito por Antonio Praena, estas líneas: “los estantes somos nosotros (…) Estantes son los que están. Estar, no solo ser”. Y es que la voz lírica de Gilabert tiene un rasgo muy particular y es que aunque sea, sin duda, una poesía de altos vuelos, es al mismo tiempo una poesía muy terrenal, destinada a estar y no solo ser, a quedarse entre nosotros, en tanto que lectores, a permanecer, en tanto que palabra.

“Me escribo en un intento de saberme,

me nombro entre las líneas de unos versos”.

Saberse poema, delimitar nuestra existencia a golpe de verso, aprender a conocernos y reconocernos en nuestra propia escritura y soltar lastre, dejarnos llevar por nuestras propias palabras en un intento de encontrarnos cara a cara con nosotros mismos mediante la escritura. Y aunque, como dice el poeta, “nunca supe qué hacer después con los pedazos”,  a algunos lo único que nos queda es esta entrega a las palabras para reordenarnos. Sospecho que Gilabert quiere ser poesía, pero tiene vocación de poema. Y eso, al final, es bastante más gratificante, porque escribirnos y exhibirnos en poemas siempre nos ofrece la posibilidad de perdurar, de dejar nuestra vida almacenada en estantes, por mucho que se sorprenda el poeta:

“Construimos la vida

superponiendo pequeños detalles.

Como los libros de una estantería

quedan almacenados,

con el lomo a la vista.

Me sorprende que quepa

la vida en los estantes”.

 

Y, precisamente, mucha vida es lo que esconden estos versos de En los estantes. Un poemario en el que caben muchas emociones y que constituye una parte de la biografía del escritor granadino. Un poemario, como os decía, de altos vuelos que está escrito para estar y no ser, para quedar ordenado en una estantería, como ordenan los poetas sus vidas en palabras.

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