Érase una vez un corazón roto

Reseña del libro “Érase una vez un corazón roto”, de Stephanie Garber

Érase una vez un corazón roto

¿Os gustan los spin off? Yo reconozco que si una saga me ha enamorado, necesito seguir en ese mundo. Y si la autora anuncia que va a sacar una precuela o un libro derivado de esa trilogía, como es el caso del libro que hoy os traigo, necesito hacerme con él y volver a ese universo.

En este caso, el universo al que me refiero es el de Caraval. Yo, al igual que muchos lectores, devoré la trilogía y me enganché a Legend, a Scarlett y a Tella. Pero hubo un personaje intrigante, malicioso, sexy y con mucho que decir que no se dijo, al que le eché el ojo: Jacks, o mejor dicho, ese Destino llamado el Príncipe de Corazones. ¡Gracias, Stephanie Garber, por escribir Érase una vez un corazón roto y concederle el honor a Jacks de ser aquí el protagonista masculino!

De nuevo, en este libro —primera parte de una nueva saga— nos encontramos en Valenda, pero ahora nuestra protagonista no es ninguna de las hermanas Dragna —aunque volveremos a toparnos con ellas—, sino Evangeline Fox, una joven que ha perdido a sus padres y que atiende en la tienda de curiosidades de su progenitor. Su hermanastra va a casarse con su amado y su madrastra la odia. Así que, ¿qué puede hacer nuestra huérfana? ¿Se quedará de brazos cruzados mientras se celebra esa terrible y hechizada boda? La desesperación la engulle y a Evangeline no le queda otra que hacer un trato con un Destino, el atractivo Príncipe de Corazones. Pero claro, lo de los tratos con los Destinos, esos seres similares a los demonios y a los dioses que conocimos en Legendary, no traen nada bueno. Yo diría que los pactos con ellos se asemejan mucho a los pactos con el diablo, así que imaginad las consecuencias.

No os contaré más, solo os diré que si amasteis Caraval, debéis leer este nuevo libro. Pero tampoco os preocupéis si es la primera vez que vais a leer a esta autora. En mi opinión, esta historia se puede leer sin haber leído la otra trilogía, ya que los términos relacionados con los Destinos, los lugares, personajes y sucesos están muy bien explicados —además, el libro cuenta con un mapa precioso y completo del Glorioso Norte, perfecto para ubicarnos—, la ambientación es fabulosa, al igual que sus personajes, como Jacks, que para eso es ahora nuestro crush protagonista.

Sí, Jacks. Desde que le conocí en Legendary no me lo he podido sacar de la cabeza. Es de esos personajes que sabes que tienen dos caras, una coraza, una máscara que les protege del resto, que nos engaña para que solo veamos una faceta cruel sin corazón. Sin embargo, en este libro Stephanie Garber nos da la oportunidad de conocer más a fondo al Príncipe de Corazones, de profundizar en sus sentimientos, en su historia, de descubrir esa parte más humana que parece ocultar y de recorrer el camino hacia el lugar donde está su corazón,  si es que lo tiene. 

Por otro lado, Evangeline, con su aire a Cenicienta y a Alicia a partes iguales, me ha gustado mucho por su evolución a lo largo de las páginas, su inocencia, su ímpetu, su valentía, su impulsividad, su frescura, su carisma y su actitud hacia Jacks junto con las conversaciones que mantienen ambos, que son lo mejor de la novela. Novela que está narrada en tercera persona en la línea de las narraciones de los cuentos de hadas con toques al País de las Maravillas en determinados momentos. Además, los capítulos cortos no permiten que el ritmo decaiga, y junto con los personajes secundarios que conocemos en este libro, que son muy interesantes y variados, consiguen mantener el interés del lector, que va en aumento según avanza la trama.

Resumiendo, con una prosa fluida y ágil, Érase una vez un corazón roto nos traslada de nuevo a la magia y la fantasía que solo Stephanie Garber sabe crear para contarnos una nueva historia del universo Caraval y hablarnos del amor, del desamor y de lo peligrosos pero tentadores que son los tratos con seres inmortales que matan con sus besos mientras buscan a su media naranja.

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