Florida, de Lauren Groff

FloridaUn lugar no es solo un accidente geográfico o una estampa. Un lugar es todo lo que ocurre en él, las personas que lo componen y lo atraviesan, las sensaciones que provoca y el recuerdo indeleble que deposita en nuestra memoria. De esta manera, Florida, de Lauren Groff, no es solamente la ficción de unas cuantas historias que pueden coincidir en el mapa (o no). Es un verano en la asfixia, un aguacero que inunda la ciudad, los fantasmas empapados de tus ex maridos, el fin del mundo a la vuelta de la esquina. Creo que ha habido pocos textos que me hayan hecho tener sensaciones físicas tan vívidas como las que me ha provocado este, que han hecho que se me removieran así las entrañas.
Conocí a Lauren Groff con su libro anterior, En manos de las furias. Todavía sigue siendo uno de mis libros favoritos de sus últimos años. Certera para diseccionar la vida matrimonial, muy hábil para narrar escenas cotidianas con un nivel elevadísimo pero sin dejarse llevar por el barroquismo, y negra, muy negra, con una mala leche envidiable puesta al servicio de los mejores párrafos.
Con todos esos ingredientes, una preocupación evidente por el cambio climático y un punto de realismo mágico, Florida es una maravilla en la que se despliega majestuosa una narradora desatada. Sin las ataduras que impone una novela, Groff estira y encoge sus relatos cortos y zarandea al lector. Imaginativa, fantástica, en cada uno de ellos parece querer alcanzar las fronteras de su propia literatura. Supongo que el hecho de que se publicaran de manera independiente ayuda (todos provienen de alguna revista), y sin embargo la impresión general no deja de ser compacta, de una obra redonda.
Todas las protagonistas son mujeres, madres. En ocasiones parece la misma, ella misma, en otras se transforma. Mujeres que sudan, lloran, sangran, sufren y sienten más odio que amor hacia el mundo. Mujeres que cargan con todo el peso del universo sobre sus hombros. Lauren Groff disfruta, y nosotros con ella, poniéndolas al límite, llevando al extremo su resiliencia y su instinto materno, el reflejo de protección de los hijos por encima de todas las cosas. Si tuviéramos que buscar un hilo común a casi todos los relatos sería ese: hablan de mujeres que se enfrentan a problemas tremendos y que hallan soluciones o mueren intentándolo. Porque en algunos casos se insinúa un final trágico, casi nunca se hace explícito, y con ello Groff nos deja bien claro que lo importante es la lucha, lo que ocurre entre medias, que ninguna de estas historias cortas están ahí como meros chistes, a la espera del requiebro final. Que todas y cada una de las palabras que ha puesto en ellas importan.
Y eso se nota. Florida pesa, es grave, no se puede leer en diagonal. Como ocurre con el felino que desborda su preciosa cubierta, conviene mantener en él los cinco sentidos, porque a la vuelta de cualquier página puede asestarnos un zarpazo mortal. Pero no hay que tenerle miedo. Con el punto y aparte final de cada relato lo único que hace es comenzar otra fiesta literaria en la página siguiente. Sin duda, una de las mejores lecturas del verano para mí. Que venga pronto la siguiente, Lauren.

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