Garfield 20

Reseña del cómic “Garfield 20: 2016-2018”, de Jim Davis

Durante eones llevé el mejor llavero del mundo. Era de Garfield, por supuesto y la frase que exhibía era: “Estoy estudiando la manera de ponerme a estudiar”. Con este recopilatorio de las tiras publicadas en prensa entre el 2016 y el 2018 he recuperado esa emoción. Garfield 20 recorre algunos de los mejores momentos de este escéptico, perezoso e increíblemente ingenioso gato. Aunque debo admitir que yo soy de perros y las tiras dedicadas a Odie me retuercen el corazón de ternura y me hacen reír a carcajadas.


Si Garfield hubiera sido lanzado en lugar de a finales de la década de los 70 en la actualidad, probablemente habría sido catalogado como nihilista o incluso millennial. Lo único que le motiva es comer lasaña y meterse con alguno de sus ingenuos compañeros de cómic, especialmente con Odie. Jon, su humano, cumple el estereotipo de “desaborío” que diría alguna abuela. Vamos, un hombre blanco de composición media, de edad indeterminada hacia la mitad de su existencia, sin ningún rasgo que lo caracterice ni para bien ni tampoco para mal. Si no fuera por Garfield, pasaría desapercibido, sería transparente.


Sin embargo, este maravilloso gato, con su no actuar zen, provoca y promueve la reacción en su entorno. Algunas pocas palabras bastan para denunciar -sin meterse en política ni economía y sin ensuciarse con odios ni mal gusto- la hipocresía y las falsas razones en las que nos amparamos a diario para seguir con nuestra anodina vida, porque estas tiras se caracterizan por diálogos breves pero mordaces. Y en el caso de mi favorito, sin ninguna palabra. Odie se expresa con lengüetazos y movimientos de cola. 


Algunas mentes naif podrán ver en estas historietas las aventuras y desventuras de los seres humanos que conviven con animales, o sea, que si se han apropiado del sofá, que si exigen atención y comida cara, y esas cosas. Pobre mirada que no alcanza a detectar la crítica brutal de la sociedad y la condición humana desde los ochenta. Garfield ha cambiado mucho desde sus comienzos, tanto en la apariencia como en los contenidos. Especialmente, cuando ha dado el salto a la pantalla, sea en serie o en película.


Bueno, si alguien está leyendo está reseña y no conoce a Garfield, en fin, el mundo siempre me sorprende. Pero hay algunos datos curiosos que surgen cuando aparecen recopilatorios como este. Por ejemplo, yo no sabía que Jim Davis era hijo de granjeros, que tuvo asma y como no podía realizar tarea físicas, se pasaba el día dibujando. O que llegó a vivir con 25 gatos que serían su inspiración. O que fue Charles M. Shulz, el creador de Snoopy, quien le aconsejó mejorar sus primeras versiones dejando caminar de manera antropomorfa a su felino para buscar mayores lectores identificados. O la verosímil posibilidad de que Jon esté loco y Garfield no exista, pues sus expresiones verbales van en bocadillos de nube, es decir, representan sus pensamientos. Esta hipótesis genial la exploró Dan Walsh en “Garfield minus Garfield” y profundiza en el humor que puede generar la tristeza y melancolía de una persona.


Lo que sí sabía, sé y tú también sabes, es que las historias que van de gatos, así como sus imágenes y vídeos, están pasando por sus mejores años. ¿Quién puede apartar la mirada ante pupilas dilatadas como las que popularizó el gato de Shrek? Y te has preguntado por qué esta obsesión con una especie en particular. O incluso esta división social que responde a la pregunta: ¿tú eres más de gatos o de perros? Parece una falsa dicotomía pues al fin y al cabo ambos son “animales de compañía”, mascotas y además mamíferos carnívoros. Ahí lo dejo, pero quizás puedas reflexionar conmigo en esta elección del personaje como un gato, que permite la distancia para la crítica. Garfield es lo suficientemente frío, independiente, egoísta y cínico para enfrentarte en un espejo donde verás reflejadas tus miserias humanas, mezquindades y patetismos varios, con una sonrisa en la cara y curiosamente, con ganas de más.

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