Hambre azul

Reseña del libro “Hambre azul” de Viola Di Grado

Hambre azul

Son ocho las ciudades en las que he vivido y me gusta pensar que ellas han colaborado en el puzle que me conforma hoy. En realidad, lo veo como una relación simbiótica, en la que ambas partes aportan, interaccionando mutuamente. No solo habitamos las ciudades, sino que ellas nos habitan en cierto modo a nosotros. La ciudad que nos ocupa en la reseña de hoy, y que es una de las grandes protagonistas de Hambre azul es Shanghái. Una ciudad con mucho carácter, carismática y que se presenta como el marco perfecto para la historia profundamente desgarradora escrita por Viola Di Grado.

Nuestra joven protagonista después de sufrir la pérdida de su hermano gemelo se marcha de Roma a Shanghái para comenzar a vivir un sueño que no le pertenece, el sueño de su hermano fallecido, quien deseaba ser cocinero en la gran ciudad china. Allí intenta crear una vida que le resulta ajena. Encuentra un trabajo como profesora de italiano y conoce a Xu, una chica que al igual que nuestra protagonista vive una vida cargada de sufrimiento debido a traumas familiares. Unidas por el dolor y el deseo se verán inmersas en una relación peligrosa y destructiva.

Hambre azul es una novela muy corpórea en la que los capítulos aparecen diseccionados como un cadáver, llevando cada uno de ellos el título de una parte del cuerpo. Estos están narrados con mucha sensualidad, pero también contrapuestos con lo salvaje, lo sangriento, incluso con lo repulsivo. Viola Di Grado tiene una gran capacidad para hablarnos desde un punto de vista fetichista entremezclando el placer, con el dolor. Difumina con gran maestría unos márgenes que no deberían estar delimitados.

El retrato de dos mundos antagónicos como son Oriente y Occidente son evidentes durante el relato. Shanghái aparece como una ciudad de contrastes, llena de vida, luminosa, incluso por la noche. Es efervescente, inquieta. Una ciudad que nunca descansa, un territorio que vive deprisa pero que muere muy joven como una estrella del rock. Todo lo que le ocurre a Shanghái, les ocurre a nuestras protagonistas. Una ciudad caótica en constante cambio y contradictoria. Me la imagino como un demonio susurrante tejiendo tramas alrededor de los personajes. Creando las estructuras de los altos rascacielos, grotescos e imposibles que son también las estructuras de esta historia.

Es una ciudad que vive de cara a la galería, con un permanente disfraz puesto. La novela nos pregunta quiénes somos realmente y qué mostramos a los demás. Lo vemos en Xu, quien no termina de mostrarse tal como es, a pesar de su obsesión por la sinceridad. Y lo percibimos también en la sociedad china, que la narradora describe constantemente como algo artificioso, ni siquiera sus alumnas usan sus verdaderos nombres. Nadie conoce a nadie, todo está orquestado como un teatrillo.

El consumo de comida y el consumo de cuerpos son muchas veces la misma cosa y los dos se comen y beben con fervor. La comida se nos presenta como algo falso y plástico, algo que se puede vender junto unos lubricantes. Pero también es algo que nos puede causar repulsión como las vísceras: hígado, corazón y pulmones son manjares listos para comer, tocar y disfrutar.

Hambre azul es como las luces de neón que se extienden por toda la ciudad de Shanghái, hipnóticos y atrayentes. Un turbador camino en el que no solo atravesaremos las calles de esta excéntrica ciudad, sino el alma y el cuerpo de sus protagonistas.

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