La vida es dura. Filosofía para encontrar nuestro camino

Reseña del libro “La vida es dura. Filosofía para encontrar nuestro camino”, de Kieran Setiya

¿Llevas tiempo pensando que todo es una mierda? No me digas más. La realidad tiene una obstinada obsesión por darte la razón: desamores, enfermedades, duelos, injusticias, fracasos. Es como vivir en una versión distópica de El alquimista de Paulo Cohelo. Por suerte, queda la filosofía y no se ha olvidado de ti. No al menos Kieran Setiya, que trata de esto en su último libro: La vida es dura. Filosofía para encontrar nuestro camino. 

La vida es dura es un “manual de adversidades” para afrontar el dolor en sus diversas manifestaciones. Pero no te da consejos. Ni falta que hace, gracias. Según Setiya, históricamente la filosofía hegemónica, de salón o la más reconocida, padece una suerte de escotoma o ceguera parcial de la condición humana: ve la felicidad pero no el dolor. Se le pasan por alto las deficiencias y necesidades inherentes al ser humano. Es como cuando somos niñas, que vivimos como si nunca fuéramos a morir, amamos seguras de que va a ser para siempre y esas cositas. Pero no es así, ¿Verdad? (¿Verdaaaad?) Por eso, La vida es dura dedica un capítulo a cada una de las siete fuentes principales del sufrimiento humano: la enfermedad, la soledad, el duelo, el fracaso, la injusticia, el absurdo y la esperanza. Porque no todos los días la positividad dirige tu mirada, es más, el incremento de suicidios, depresión y malestar emocional demuestra lo contrario. 

Para ayudarte a enfrentar estas situaciones, Setiya como profesor de filosofía, escribe esta propuesta que pertenece al ilustre mundo de lo académico. O sea, que ajusta tus gafas porque el esquema es al más puro estilo Oxford. Sin embargo, en ningún momento da la sensación de estar hablando solo desde lo alto de una tarima, ajeno a las preocupaciones humanas cotidianas. Como Pierre Hadot o Lou Marinoff, Setiya trata de recuperar el vínculo originario que tiene la filosofía con la autoayuda. Lo hizo en su primera obra: En mitad de la vida. Y vuelve hacerlo ahora con La vida es dura, que él mismo describe como un “mapa con el que transitar por terrenos abruptos”. Adiós GPS, hola filosofía de la buena.

La vida es dura combina la más seria argumentación filosófica con una narración autobiográfica, a veces tan sorprendentemente sentida y sincera que sobrecoge. A mí personalmente me ha emocionado cuando habla de su madre, víctima de Alzheimer, y reconoce que “estoy en duelo por alguien que sigue con vida”, o cuando admite como una hueca ilusión su esperanza de “volver a ver a mi madre, tomar su mano y caminar con ella a lo largo de la playa”. El libro, además, es abundante en referencias históricas, literarias y cinéfilas, que lo hacen aún más interesante. Y desde luego, me ha encantado que en él tengan cabida el reconocimiento a grandes mujeres, como Iris Murdoch, Virginia Wolf, Angela Davies y otras muchas. Porque comienza a haber hombres que no tratan de explicarnos cosas, como denuncia Rebecca Solnit, sino de aprender de nosotras.