Reseña del libro “Las hijas de Tara”, de Laura Gallego
Poco a poco el estante de mi librería dedicado a Laura Gallego va creciendo. Este año he incluido tres libros más y en unos días estoy segura de que caerá el cuarto. ¿Y eso por qué? Pues porque a pesar de ser muy fan de esta autora, no leí varios de sus libros en su momento. Sí que es verdad que de un tiempo a esta parte no me he perdido ni una sola de sus novedades, pero ahora me toca ponerme al día con todas las novelas que publicó cuando yo tenía unos 10 años y cuya existencia desconocía. Y esto lo estoy consiguiendo mayoritariamente gracias a Minotauro, que ha decidido reeditar algunas de las obras de la escritora valenciana y que me está dando la oportunidad de volver a adentrarme en los mundos de Laura una y otra vez.
En este caso vengo con una novela que ya publicó a principios de los dos mil, Las hijas de Tara, una novela autoconclusiva que mezcla la magia con la ciencia ficción. Para conocer a sus protagonistas tendremos que adelantarnos en el tiempo. Un tiempo en el que la naturaleza se ha apoderado de algunas ciudades y el resto que queda en pie le ha declarado la guerra a todo lo natural. En este mundo tan separado, donde la tecnología es la enemiga de la magia y donde ya es muy complicado poder hablar de humanos tal y como los conocemos ahora, una chica tiene la misión de robar un robot que parece ser la clave de todas las incógnitas que rodean a este libro. En este viaje —que, ya te adelanto, es toda una aventura—, los bandos opuestos tendrán que comprender que no son tan opuestos, que la línea que separa lo artificial de lo natural puede difuminarse y que la magia no es para nada algo que haya que evitar.
Como ves, es una propuesta muy interesante y que, a primera vista, puede hacer pensar que no va a caber en una obra autoconclusiva de unas trescientas páginas. Pero sí, Laura lo consigue, y lo hace usando mucha acción, filosofía y personajes que llegan al corazón (además de una historia muy interesante sobre la tecnología y el reencuentro con la naturaleza).
Cuando he ido a marcar la novela como leída en esa famosa aplicación que mide nuestros récords de lectura, me he encontrado con comentarios despectivos del tipo «Tendría que haberlo leído con trece años para que me gustara». Vamos a ver, no es ningún secreto que Laura es una autora de novela juvenil y que sus libros están destinados a un rango de edad más bien tirando a joven. Pero, como siempre digo, no podemos dejarnos llevar por esos prejuicios que hacen que los adultos pensemos que las obras juveniles no son para nosotros. ¿Que no vas a encontrar discursos grandilocuentes, sangre y escenas cruentas? Pues sí. ¿Que vas a tener delante una historia igualmente profunda, entretenida y que te hará pensar? Pues también.
Perdona que me ponga en «modo discurso», pero es que este tipo de comentarios jamás los comprenderé. Será porque cuando abro un libro no pienso a qué publico va dirigido ni si yo seré el público objetivo al que le tendría que gustar. De hecho, me he encontrado con libros que clarísimamente no van dirigidos a mí pero con los que he conectado y he terminado disfrutando. Este ha sido uno de ellos.
Antes de terminar la reseña me gustaría hacer un apunte sobre Las hijas de Tara. Mientras lo leía no he podido evitar pensar que me estaba costando reconocer el estilo de Laura Gallego dentro de esas palabras. Tal vez por la ciencia ficción, que adquiere un gran protagonismo, o tal vez por el tono de las descripciones. No sé exactamente qué era, pero algo no me cuadraba. Así que cuando leí la nota de la autora que viene al final del libro lo comprendí. En ella, Laura cuenta que esta idea surge de una empresa de creación audiovisual que la contrató para que escribiera un guion sobre esta historia. Ella se tomó sus libertades pero había muchos parámetros predeterminados que tenía que inlcuir. Al final resultó que el proyecto no salió adelante y Laura tuvo el permiso de convertir ese guion en una novela. Quizás por eso no me resultaba para nada difícil imaginarme los escenarios y por eso, incluso, llegué a pensar en alguna ocasión lo bien que quedaría esta historia en la pantalla.
Sea como sea, Laura vio que su proyecto inicial (que comenzó en el 2000) tomó un camino distinto. Y me gusta pensar que en esos momentos jamás llegó a imaginar que, veintiún años después, otra editorial estaría reeditando su historia y haciendo que llegue a nuevas generaciones. ¡Y a antiguas!