Los ángeles me miran

Reseña del libro “Los ángeles me miran”, de Marc Pastor

los angeles me miran

Hacía mucho, demasiado, que quería leer algo de Marc Pastor. Por lo menos desde que descubrí que hace un huevo y medio de años compartí algún post con él en el foro de una web amiga, y competencia a la vez, de este portal desde el que reseño.

Y no han faltado oportunidades, o mejor dicho títulos, pero por una cosa o por otra no ha podido ser hasta ahora cuando he podido saldar conmigo mismo esta cuenta pendiente.

Pues bien. Tres días me han durado las cuatrocientas treinta y pico páginas de Los ángeles me miran. Y me habrían durado menos si no tuviera que interrumpir la lectura por nimiedades como comer, dormir, trabajar y demás cosas del día a día que uno tiene que respetar si quiere ser persona.

Tres días en los que he acompañado al señor Corvo y a su peculiar octavo pasajero en las pesquisas por una Barcelona inscrita en una Cataluña con tintes cuasi político-apocalípticos tras la proclamación y establecimiento, pocos meses antes del momento en el que se sitúa la acción de la novela, de la República Catalana gracias a un referéndum con el resultado favorable a esta con un 51 % de los votos.

La trama es puro noir urbano con ligeros toques de fantástico narrada de forma ágil y eficaz, con un ritmo que en su mayor parte no decae. La cosa es que hay que atrapar a quien haya asesinado a dos jóvenes que han aparecido colocadas juntas en posición invertida en lo que parece ser un crimen ritual. A las dos se les ha arrancado la lengua y las dos tienen el mismo tatuaje (unas pequeñas alas) en la nuca.

Al margen de la trama, que es lo principal de la novela, lo que de verdad arma esta novela es el profundo y detallado conocimiento que tiene el autor de la estructura organizativa de las diferentes unidades y jerarquías, de los protocolos y procedimientos que operan dentro de cuerpo policial (llámale policía, llámale Mossos…) Estamos acostumbrados a leer novelas de polis y cacos en los que el detective –que suele ir acompañado de una voz en off que nos ayuda a ver su razonamiento–  se lo guisa y se lo come casi todo gracias a su pericia y de vez en cuando es ayudado por sus compis, cuando la realidad es que la investigación de unos crímenes como los que se nos cuentan aquí involucran a todo un equipo de personas de todo pelaje, con sus virtudes y sus peculiaridades, sus egos y sus ambiciones personales. Y esto, la división de tareas, la cooperación, la visión de equipo, es otra de las cosas que Pastor ha sabido trasladar muy bien a las páginas.

Voz en off, o algo así, también va a haber, ya lo creo, y aquí es donde entra el componente fantástico. El señor Corvo, mulato de origen guineano, tiene algo dentro de él que en ocasiones es capaz de ayudarle en una u otra dirección, aunque en ninguna manera va a ser lo que le ayude a resolver los casos. Para el resto de compañeros (que le llaman Hellboy cuando, como bien le dice su excuñado, deberían llamarle Hellblazer), aunque extrañados en determinados momentos por determinadas actitudes, se trata de intuición pero será él mismo quien se encargue de desvelarnos su secreto.

No obstante, aunque el peso del protagonismo va a caer en Corvo, la novela se desarrolla (y eso es un acierto que además contribuye a dotarla de agilidad) de forma coral y va a ir alternándose con las actuaciones de todo el equipo interviniente en el esclarecimiento de los crímenes.

Los ángeles me miran no desaprovecha la oportunidad para cargar contra los medios carroñeros que buscan cueste lo que cueste la noticia que les proporcione mayor morbo y audiencia, la foto del muerto más gráfica, las lágrimas más amargas de los familiares, la mancha de sangre más roja y con coágulos…

Si tuviera que poner un pero sería el capítulo dedicado a la trama política sobre la independencia catalana. Entiendo que como ambientación general del libro está bien, pero se me hizo algo pesado y, en mi opinión, frenó algo el ritmo de lectura. Algo un poco menos extenso tal vez no hubiera roto el compás que llevaba hasta entonces.

En resumen, un libro que me ha dejado tan buen sabor de boca como a uno que yo me sé el asalto a morgues para darse banquetes de riñones o lo que se tercie, un libro que no te da un respiro, un libro que refleja y/o recrea una investigación de forma creíble y, lo mejor, un libro en el que no te hueles a el/la/los/las asesino/a/os/as ni de lejos.

Bien jugado, cabo Corvo.

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