Mix de ruedas de prensa de Santiago Posteguillo (Yo, Julia) y Ayanta Barelli (Un mar violeta oscuro) 15 y 16 de octubre de 2018

result¡Oooh! Ya ha pasado todo… Tras unos días en los que Planeta nos ha agasajado, cebado, ilustrado, posibilitado el encuentro con amigos y autores y tratado a cuerpo de rey, es hora de volver a la cruda rutina. Tan rápido como vino se fue. No. Más rápido aún. ¡Qué poco dura lo bueno!

Afortunadamente, volvemos a casa con el orgullo del deber cumplido ya que un año más LyL ha vuelto a anunciar antes del fallo (¿cuánto antes que no lo recuerdo? ¿Dos, tres horas?) el ganador, el finalista y los títulos de las obras de este Premio Planeta 2018. Y no es cosa fácil, eh. Hay que dejarse “la piel en el pellejo” y a veces más aún.

Pero como es de bien nacidos ser agradecidos, ahora no toca echarse flores (merecidas, por supuesto), sino separar la chicha de la paja de entre las declaraciones que Posteguillo y Barelli han hecho en las ruedas de prensa celebradas inmediatamente después de conocerse oficialmente el fallo, y la de la mañana siguiente.

Así que vamos a ello y entrecomillemos lo más destacable de sus discursos.

Dentro vídeo:

La publicación de ambos libros será el 6 de noviembre. De la novela ganadora se editará una tirada inicial de 210.000 ejemplares y de la novela finalista 90.000

Ayanta comentó que de pequeña su sueño era “por lo menos, llegar a finalista del Premio Planeta”.

Su novela nace de una experiencia personal. Murió su abuela y al hacer el papeleo le preguntaron el nombre de su bisabuelo. Ella dijo Belcebú, y se quedó perpleja al descubrir que no sabía nada de su familia.

Un mar violeta oscuro es una novela basada en los recuerdos vividos y sobrevenidos. ¿Cómo convertir esos recuerdos en una novela con parte real y parte ficción…? Es la historia de cuatro mujeres desde mitad del siglo XIX hasta hoy. La bisabuela, la abuela, la madre y la hija abocadas a un destino trágico que les hace repetir determinados errores que consisten en elegir a hombres equivocados y a una repetición de una enfermedad mortal como es el cáncer de mama. La última mujer de esta saga quiere romper este patrón remontándose al pasado.

Tenía mucho interés en entenderme a mí misma, en saber quién soy a través de la literatura y para eso tenía que ir atrás, para saber quiénes eran las mujeres que me precedieron.

Mi madre murió cuando yo tenía doce años y eso no lo entendí. Me parecía imposible que eso sucediera y le contaba lo que hacía como si ella estuviera. Todas esas conversaciones de pronto las extendía hacia todas las mujeres de la familia.

La he escrito con todo el corazón, riendo, llorando, para que la leyeran mis hijos, mi familia y los lectores.

La intervención de Dragó era obligada y no tuvo desperdicio: “He llorado como una magdalena. No tenía ni idea de esto. Ayanta es la bendición de mi vida. Al acabar su novela, sentí lo mismo que hace cincuenta años al acabar Cien años de soledad. Será una obra maestra”.

Por su parte Posteguillo agradeció al jurado su confianza en él y sobre todo en Julia. Un personaje, Julia Domna, que, de las cien emperatrices que pudo tener Roma, fue la más poderosa y la que más títulos tuvo (madre de ejércitos, de la patria, de los césares…) y de la que su biógrafa más importante decía “no entiendo como no hacen novelas y películas sobre Julia”.

A la pregunta, con respuesta monosilábica requerida, de si considera el autor que esta es su mejor novela, Posteguillo responde que sí.

Yo, Julia, es la historia de una mujer que va a ascender en un mundo lleno de hombres a los que va a llevar siempre la delantera. Unos hombres que se posicionan por hacerse con el poder y que se preguntarán cuándo empezará la partida. Pero, para Julia, ya ha empezado.

Julia no hace caza menor como Livia en Yo, Claudio. No va a por los herederos, sino que va a por los cinco autoproclamados emperadores que quiere eliminar.

Yo, Julia comienza justo al final de la película Gladiator, pero Cómodo no muere como en la película (ya le habría gustado). Muere de otra forma más desagradable para esta hora, recién cenados.

Pero además, es una trepidante historia de amor. Su matrimonio es el primer matrimonio imperial enamorado en doscientos años.  Solo hay una cosa que Julia no puede controlar: en esa partida, se puede perder todo. ¿Merece la pena jugar la partida?

¿Cómo iba a contar la historia de Julia? A una persona poderosa no puedes describirla por sus amigos ya que no sabes quienes se acercan a ella por interés y quiénes no.  Según Aristóteles, en esos casos había que recurrir a los enemigos. Cómodo, Pértinax, Juliano, Nigro y Albino serán quienes nos estructuren el libro y Galeno, el hombre que va a cambiar la medicina, el médico de los gladiadores, el que hace disecciones de cadáveres a pesar de estar prohibido, conocerá a Julia y pasará de la narración a la admiración.

Voy a contar la historia de Julia como se cuenta la de Julio César o Napoléon. No me pregunto si fue buena madre porque tampoco lo hago sobre si Julio César o Napoleón fueron buenos padres. Julia juega a ser emperatriz. Ejerció su maternidad y fue importante pero sobre todo por el tema de la descendencia.

 

Antes de acudir a la rueda de prensa, ninguno de los dos libros me atraían lo más mínimo. Sin embargo, no sospechaba que Posteguillo iba a venderme tan bien su libro. Me ha contado la historia, la trama, algunos detalles, y ha hecho que me pique el gusanillo… Si no es uno de sus tochazos, es muy posible que acabe leyéndolo.

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