Reseña del cómic “Mumin. Las tiras completas de Tove Jansson 1”, de Tove Jansson
A pesar de llevar publicados desde mediados del siglo XX, los Mumin no son tan conocidos como deberían. Y que su especie sea la de los monstruosos trol sigue siendo difícil de creer. Tove Jansson los creó como seres esponjosos de mirada inocente y formas redondeadas. Además están dirigidos al público infantil, aunque para mí se parece al fenómeno de El principito, que puede ser leído por todas las edades, pero que serán las personas adultas las que capten sus dardos.
Su familia es clásica, acomodada en los “buenos modales” y con proyectos, aparentemente conservadores. Pero cada tira en este caso o cada libro de los Mumin apunta a alguno de los rasgos de su sociedad finlandesa actual tras la Segunda Guerra Mundial, en plena vorágine burguesa y capitalista. Estas tiras fueron publicadas en el periódico Evening News de Londres, en una época en la que todas las artes estaban fuertemente atravesadas por la política. Suponiendo, claro, que esto no ocurra siempre. En fin, además Tove Jansson era la hija de un reconocido escultor, alineado con el discurso hegemónico, que deseaba que su hija fuera una gran pintora, de corte clásico. Pero fue siguiendo su intuición creadora como consiguió llegar al éxito, pues estas tiras se publicaron durante 20 años junto con los libros, seguido después de dibujos animados, películas y toda clase de productos, hasta el actual museo o sus demandadas tazas de merchandising.
Sin embargo, la vida de Tove es como su obra, es decir, llena de deseos y pulsiones que no pueden ser limitadas en el estrecho marcho de las expectativas sociales. Así estos trol, los Mumin, exceden con sus aventuras y con sus amistades el contexto de la Familia, con mayúscula. Su padre anhela las aventuras y la vida excepcional, cual bohemio del París de las vanguardias. Su madre podría ser la antecesora de Marge Simpson, en cuanto a complaciente y dedicada a los cuidados, a la par que transgresora e independiente. El pequeño Mumin se define en su relación con sus amigos, como cualquier criatura, pero siempre destacando su corazón noble y su humor afilado. El resto de la cuadrilla merecería una reseña y un spin-off cada uno. Solo un ejemplo de un diálogo, aunque sea sin las ilustraciones:
“Snufkin, tú eres hombre de mundo. ¿Qué hace uno cuando sus padres se van?” le pregunta Mumin.
“Nada”, responde Snufkin
- ¿Pero algo tendré que hacer?
- Vente a nadar conmigo.
- ¿Crees que se han ahogado?
- No, creo que se lo están pasando genial.
En la lectura de los Mumin que hace la gente menuda, destacan las aventuras en familia, sin necesidad de consumir o sucumbir a los lujos, que no comprenden, como en la tira del Hotel donde recogen lo necesario para hacer vida en la cama con dosel, porque les sobra habitación y decoración. También les hace reflexionar su curiosidad desmedida, mezclada con la ingenuidad, como guardar secretos o poder hacerse ricos con un solo gesto, por ejemplo, salvar a la tía multimillonaria. Particularmente, la invasión de los parientes pobres en la casa, me parece sublime.