No mires atrás, de Anabel Colazo

No mires atrásComo todos vosotros, yo no creo en fantasmas… aunque haberlos, haylos. De hecho, ¿quién puede negarles esa posibilidad, cuando estamos rodeados de criaturas mucho más inverosímiles? Y no, no me refiero a los votantes de ese partido ni a los fans de Miguel Bosé, sino a esos seres tan extraordinarios de manos adheridas a teclados,  que, a fuerza de vivir encerrados, se han vuelto albinos como esos cocodrilos que pueblan las alcantarillas de Nueva York. Esos seres que se dedican a hablarnos de su día en el dentista, a mostrarnos su dormitorio, o a hacer una cosa llamada unboxing, y que hacen de ello su modo de vida. Desconozco su nombre científico, pero la gente los conoce como youtubers.

Pero empecemos por el principio.

No mires atrás, de Anabel Colazo, nos cuenta la historia de Blanca, una adolescente que se encuentra en ese momento de la vida en que nos parece que el camino acaba de empezar y que, sin embargo, no lleva a ningún sitio. Dos años atrás, Blanca perdió a sus padres en un accidente, aunque en las pocas ocasiones en que alude a esa tragedia lo hace muy por encima. Lo que sí sabemos es que, justo antes del accidente, vio al fantasma. Era la misma silueta negra que había visto unos años antes, el día en que murió su abuelo. Y ahora lo ha vuelto a ver, justo antes de encontrarse con el cadáver de una chica en la playa.

Blanca vive en una pequeña ciudad de la costa. Allí practica la natación, que es el único momento en el que consigue que su mente se quede en blanco, y trabaja los fines de semana en un bar. Pero su mundo es aún más pequeño. Es ese mundo de sofá, ordenador, cuatro amigos y pizza en el que viven las nuevas generaciones y que a las personas de cierta edad nos parece más remoto y misterioso que Bhutan. Es un mundo a la vez minúsculo e infinito en el que el wifi nos puede traer peligros mayores que la mordedura de un mono rabioso o un paseo iPhone en mano por los bajos fondos de ***. En ese mundo se hace cada vez más tenue la frontera que separa los mangas cursis, que tanto le gustan a su amiga la youtuber Cookiefire, del horror que se oculta tras algunos juegos de internet. Uno de esos juegos se llama “Don’t look back”, y consiste en ir paseando por un bosque virtual intentando escapar de algo que te persigue hasta que, inevitablemente, te atrapa y mueres. Ese algo es el fantasma que desde hace años persigue a Blanca, quien nunca había oído hablar de ese juego.

Este apasionante No mires atrás se nos presenta como una historia de fantasmas, pero, al igual que hacía en Encuentros cercanos, la aparente búsqueda de la verdad que se plantea en el relato en realidad nos lleva a indagar en otros lugares: en la vida de una generación que no es consciente del poder de la red, en la naturaleza del mal, y en el eterno impulso humano de contar historias que nos lleven a vivir otras vidas.

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