Relatos de los héroes griegos, de Roger Lancelyn Green

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No me canso de revisitar las aventuras y desventuras de los héroes, semihéroes, dioses y mortales de la mitología griega. Ni de la vikinga. (La cristiana ya cansa y no es tan rica y original –y eso que copia bastantes cosas de las dos anteriores y de otras cuantas–). Pero no, hoy toca la griega.

Hay tantas y tantas historias y leyendas sobre sus personajes y se han contado tantos millones de veces y de formas diferentes, que parece mentira que sigan siendo tan poderosas, atractivas y fascinantes y que, aunque conozcamos de pe a pa el mito de, por ejemplo, el minotauro o el de Perseo valiéndose del reflejo del escudo prestado por Atenea para cortar la cabeza a Medusa o el de los doce trabajos de Hércules, no nos importa (o al menos no a mi) volver a leerlos y disfrutarlos. Porque además, cada lectura, cada autor, cada libro, amplia este o aquel detalle, completa tal o cual leyenda, o desarrolla más a fondo algún mito. En este libro, por mencionar algo que me viene de primeras y que me impactó, me he enterado del final de Jason. (Pobre hombre, las pasa putas y su final es triste y solitario. Puñeteros dioses buenos para nada…)

Lo bueno de este Relatos de los héroes griegos es que en vez de reelaborar una vez más las diferentes historias de manera aislada, Roger Lanceyn Green ha fundido todas ellas en un texto único dotándolas de cohesión y, también importante, orden cronológico, que es como debe entenderse y como en origen entendían los antiguos griegos sus mitos.

El libro se inicia con el principio. O sea, con la creación de todas las cosas y va a centrarse mucho en la trayectoria de Heracles, ya que el pichabrava de Zeus, con todo lo omnipotente, follador y lanzatruenos que es, va a estar acojonadito perdido con la profecía que le suelta Prometeo en la que le vaticina que será un hijo suyo (de Zeus, no de Prometeo) y de una mortal el que le salve el culo cuando los gigantes aparezcan para vengar a los titanes. Y los vaticinios de Prometeo se cumplían siempre.

Hermes, Apolo, Prometeo, Dionisio, Perseo, Teseo, Admeto, Jason, las manzanas doradas, la primera caída de Troya, son los capítulos principales de una historia vertebrada en torno a Heracles y que, repito, por primera vez degusto de forma cronológica.

En algunas webs he leído que es una lectura para niños y no puedo estar más en desacuerdo. Está claro que no es una lectura académica con la que hacerse el pedante ni tampoco usa una terminología rebuscada y engolada. ¿Para qué? Cuando cuentas un cuento lo que quieres es que se te entienda, estar atento a la narración, concentrarte en el fondo más que a la forma, y eso es lo que tenemos aquí. Una lectura para niños y para todo el público en general pues su estilo es fácil pero rico también en matices. Es más, hay muertes muy gores y crueldades más propias de sádicos o toreros (Zeus realmente es un pichabrava, pero también un psicópata peligroso) que hacen recomendable limitar la edad a partir de la cual leer esta joya. Es una lectura que entretiene, que enseña algo que considero personalmente patrimonio fundacional de la Humanidad y que también creo culturalmente necesario que se enseñe en las escuelas.

Por otra parte, también leí un tuit en el que decían algo así como: “¡cómo podían los griegos entenderse y no hacerse líos con tantos nombres y relaciones entre ellos!” Y es cierto. Yo también me lío a veces con todas sus relaciones, infidelidades,… pero en ese tuit, alguien contestaba con una foto de los personajes recurrentes de Los Simpsons. Conocemos a casi todos, y eran algo más de cien.

La moraleja es que cuando algo te gusta, te gusta, y si la mitología griega te gusta, Relatos de los héroes griegos te encantará por su original desarrollo y punto de vista, y no deberías perdértelo ni por todas las manzanas ni por todos los vellocinos de oro.

¡Palabra de Odín, que es mejor que el cagatruenos del Olimpo!

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