Volage. Crónica de los infiernos

Reseña del cómic “Volage. Crónica de los infiernos”, de Desberg y Sandoval

volage

Si siguiera creyendo en el infierno, como pretendían los curas que me bautizaron y me dieron la comunión, los profesores de religión y todos los aleluyos del mundo mundial, diría que el infierno tendría que ser distinto para cada uno. De hecho, habría un infierno específicamente diseñado para todos nosotros. Sería lo más justo, pues todos tenemos una percepción de la vida y las circunstancias y unas condiciones de partida diferentes, aunque puedan englobarse dentro de unos parámetros. No todo el mundo siente el dolor, la pena, el amor, el odio… de igual manera ni con la misma intensidad, así que sí, un infierno ad hoc es lo que debería ser.

Afortunadamente, ya no creo en toda esa mierda y más pronto que tarde el cristianismo dará el paso que dieron otras religiones y se convertirá en mera mitología. Y como tal me tomo todas las historias y cómics en las que aparece algún elemento bíblico, porque es lo he mamado desde niño, como casi todos los españoles, y son los cuentos que mejor conozco (a ver si se les mete en la cabeza a los tontochorras que dicen “con Mahoma no te atreves”).

Y me gusta leerlos, siempre dándoles la importancia justa y tomándolas como un pasatiempo, y no como algo real. Pues eso, que hablando del infierno he aquí Volage. Un entretenido cómic que habla de un grupo de lo más variopinto de personajes (Locusta, Isabel de Castilla, Carlo Gesualdo, Anne Bonny, Jack El Destripador, Hermann Fegelein e Ian McGilles –este último es el único personaje inventado para esta historia-) que quieren escapar del mismísimo infierno.

Parece mentira que, con lo trillado que está el infierno, las miles de veces que se ha dibujado e imaginado, aún haya capacidad de dibujarlo y colorearlo de manera totalmente nueva y aterradora. En eso destaca Volage, en el dibujo y, sobre todo, el diseño de las infernales criaturas que pueblan el averno, y esas son las bazas principales de esta historia, que a menudo recuerda a una película de fugas como La fuga de Alcatraz o Evasión o victoria.

“Aquí puedes escoger entre el sufrimiento y la desesperación. El dolor o el terror. Entre el fuego o la lava… la angustia infinita o la agonía perpetua.”

Con esta frase se le presentan a nuestro condenado, McGilles las opciones que tiene si no quiere vérselas con el Descuartizador y sus perros malditos.

Da igual, sea como sea, se las va a arreglar para conocer a los personajes arriba mencionados y para participar en la escapatoria, o al menos, en el intento. Pronto descubrirá que los impulsos, pasiones y pecados por los que cada uno se halla ahí no desaparecen tras la muerte y vuelven a caer en ellos arrastrándolos a todos.

Poco a poco van saliendo de los distintos “círculos” (que no son círculos como los de Dante, ni siquiera aparece esa palabra, de alguna forma he de llamarlos) pero salir del infierno, eso ya son palabras mayores. ¿Lo lograrán? ¿Qué sorpresas les deparará el largo camino? ¿Cuántos caerán en él?

Al margen del excelente dibujo y de todo el imaginario del paisaje, también la historia es buena y atrapa de la misma manera. Ambos, guion y lápices conforman un conjunto hipnótico que te mantiene con el corazón en un puño por saber si lo conseguirán y que contiene varios giros inesperados que hacen de la trama una propuesta aún más original, divertida e interesante.

Volage da una nueva visión del infierno. Una visión trepidante y aterradora con una paleta que va de los rojos a los blancos y negros, pasando por el arena, en la que los muertos luchan por su vida como si realmente aún la tuvieran.

Un cómic en el que “lo único que cuenta, es el viaje.”

Terrorífico. Menos mal que no existe.

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