El alma dividida, de Luciano Sívori

El alma divididaSi dijera que El alma dividida, la segunda novela del escritor argentino Luciano Sívori, es una versión actualizada del famoso libro de Robert Louis Stevenson, El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde, simplificaría demasiado, aunque no sería del todo incorrecto. Y es que Alberto, de veintitrés años, el protagonista de esta historia, es quien se compara a sí mismo con esos personajes, porque hace ya tiempo que siente que se ha desdoblado en dos seres: por un lado, Alpha, una mezcla de actor y cantante que, por el momento, lleva el mando de su vida, y por otro, Beta, su lado más salvaje y violento, capaz de golpear a su padre hasta sumirlo en el coma.

A lo largo de las ciento setenta y dos páginas de esta novela, Alberto nos habla de los cuatro días que cambiaron su vida, según él: «la desgraciada historia de un muchacho perdido en las tinieblas, combatiendo a sus monstruos en busca de respuestas». Y lo más duro de todo lo que nos cuenta es que «esos monstruos vienen en todas las formas y colores (…). Muchas veces es la gente que se supone que debe protegernos. Un padre, un policía».

Al ritmo del rock de Sui Generis, Red Hot Chili Peppers o Andrés Calamaro, los lectores vemos cómo la trivial vida de este joven se convierte en una sucesión de persecuciones, robos, palizas, secuestros y muertes, donde nadie es lo que parece. Desde esa perspectiva, El alma dividida es una novela de suspense de prosa ágil y lectura adictiva, en la que nos espera un nuevo giro al final de cada capítulo para que no podamos hacer un alto y, así, acabemos leyéndola de una sentada, o dos. Pero también es un retrato del alcoholismo y los malos tratos dentro del hogar y una reflexión filosófica sobre la identidad y la bondad. Y, en especial, sobre la carga de los errores pasados: los propios y los de nuestra familia. ¿Estamos abocados a repetirlos? ¿Estamos destinados a convertirnos en ese monstruo al que tanto odiamos?

Es fácil sentirnos identificados con la lucha interna de Alberto. Aunque la suya esté motivada por los traumas, el sentimiento de culpa y el abuso del alcohol, seguro que cada uno de nosotros reconocerá sus propios monstruos, esos que en determinados momentos de la vida nos hacen cuestionarnos quiénes somos en realidad o hacia dónde vamos. Y también es sencillo conectar con él a través de la música que impregna su día a día. ¿Quién no elige una canción u otra según su estado de ánimo? ¿Quién no ha acudido a ella alguna vez para sacar afuera lo que lo estaba destrozando por dentro? O, quizá, hemos elegido el deporte o la lectura como escapatoria de esa realidad que no éramos capaces de enfrentar. Sea como sea, aun sin mafia y delitos de por medio, todos tenemos nuestros monstruos y nuestras vías de escape. Todos somos Alberto, aunque nos pese. De ahí que recomiende la lectura de El alma dividida: una versión actualizada de El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde, y mucho más que eso.

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