Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo

Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo, de Augusto Assía

cuando-yunque-yunque-cuando-martillo-martilloAdemás de magnífico libro que es Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo, además del grandísimo interés documental e histórico que posee, además del magnífico ejemplo que es de la compatibilidad de la alta calidad literaria con el rigor y la exigencia periodísticas, este libro de Augusto Assía es el testimonio de dos realidades tan deslumbrantes como tristemente desaparecidas, el de esa tercera España tan brillante intelectualmente como alejada de los extremos que en periodismo bien pudieran representar tanto él como Chaves Nogales, y el de esa Inglaterra no menos extinta capaz de imprimir carteles durante una guerra en los que se decía “con tu coraje, con tu decisión, con tu cortesía, ganaremos la guerra”.

Un periodista español que durante el franquismo publicase crónicas tan abiertamente anglófilas como las que Augusto Assía publicó en La Vanguardia y que aquí se recogen, es ya un personaje a tener en cuenta. Si además sumamos a ello su mirada incisiva, su claridad expositiva y la calidad de sus fuentes, podemos ir haciéndonos idea del libro que tenemos entre manos. Hay que añadir al puzle su interés como personaje, ya que fue expulsado de Alemania dicen que por enfrentarse a Goebbels en una rueda de prensa, aunque también hay quien dice que la verdadera causa es que era un espía soviético, algo no del todo fácil de creer puesto que si sus textos son abiertamente anglófilos no esconden menos su antipatía por el comunismo. Seguramente leer sobre Augusto Assía resulta tan apasionante como leer a Augusto Assía, nombre que por cierto es un pseudónimo, dicen los que saben, de inspiración tolstoiana. Yo he tratado de rebuscar en mi memoria, que es tan caótica como mi trastero y por eso es tan difícil encontrar lo que sea en cualquiera de los dos, y no encuentro ningún Assía en la obra de Tolstói que yo conozca. Sin embargo si que hay una Assía en una obra de Turguenev. No he leído toda la obra de Tolstói, aunque tarde o temprano lo lograré, así que probablemente sea o despiste o desconocimiento por mi parte, pero en cualquier caso agradecería a cualquier amable lector que sepa la obra en la que vive ese personaje que prestó su nombre al autor de  Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo que me lo dijese, por compasión, que soy de natural obsesivo y no tengo tiempo para obsesionarme también con esta búsqueda.

Este libro son dos libros, Cuando yunque, yunque, que son crónicas de la época en la que la guerra parecía sonreir a la Alemania nazi e Inglaterra era el yunque que soportaba pacientemente, con flema y estoicismo, los golpes de la aviación germana, y Cuando martillo, martillo, que recoge textos de la parte final de la guerra, cuando la ofensiva aliada tenía en el horizonte la derrota de Hitler. Es pues un retrato completo de la guerra vista desde Inglaterra, aunque no por ojos ingleses, y es por tanto una obra ideal para aquellos lectores interesados por la segunda guerra mundial. O a aquellos interesados por el periodismo. Yo estoy más en el segundo caso que en el primero, pero aun lo estoy más en un tercero que aun no he expuesto y que me parece ciertamente deslumbrante.

Siempre me ha atraído la estética y las formas de la Inglaterra clásica, por decirlo con un referente actual ésta es una obra que dejará sin palabras a aquellos a quienes les gusta, por poner un ejemplo, Downton Abbey. O Lo que queda del día. O Armadale. O Arriba y abajo. O caída y auge de Reginald Perrin. Los ejemplos en cine, televisión o literatura son tantos que se comerían la reseña, pero son todos ellos muestras de una Inglaterra a estas alturas probablemente mítica. Ese llamamiento a la cortesía como argumento en una guerra al que me refería antes. Porque Augusto Assía no sólo cuenta lo que pasa, trata de comprender los hechos tanto como la sociedad en la que suceden y son innumerables las cosas que cuenta sobre el funcionamiento del parlamento, el uso de los tratamientos, la organización de la sociedad, el funcionamiento de los servicios públicos, el carácter de los ingleses, su historia y sus costumbres. Da el autor muestras de un conocimiento a la vez enciclopédico y de vuelo rasante, pero sus ojos siguen siendo ojos españoles y tal vez por eso las cosas que le sorprenden, le llaman la atención, le asombran o le deslumbran son las mismas que sorprenden, llaman la atención, asombran o deslumbran al lector español, incluso (o tal vez especialmente) al lector de hoy. El acertado y deslumbrante prólogo de Ignacio Peyró, autor de un libro que me prometo, “Pompa y circunstancia”, muestra de “anglofilia serena y ponderada” no hace sino abundar en este aspecto.

Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo es, creo que nadie se sorprenderá del calificativo a estas alturas de reseña, un libro extraordinario. Pero consideraciones anglófilas o históricas (incluso literarias, y miren que es mucho dejar de lado porque está prodigiosamente bien escrito, con una elegancia que nada tiene que envidiar a aquella de la que habla) aparte el aspecto en el que es obligado incidir es que leer este libro no es sólo leer un libro, es reivindicar la España que pudimos llegar a ser y que dejamos languidecer, condenamos al olvido, cuando no directamente asesinamos con nuestra inveterada obsesión por practicar costumbres básicamente opuestas a las que convierten en grande a esta obra.

 

Andrés Barrero
@abarreror
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