Don Drácula

Reseña del cómic “Don Drácula”, de Osamu Tezuka

don drácula

Iba con unas expectativas totalmente diferentes a la  hora de leer este Don Drácula de Osamu Tezuka. Esperaba un cómic que diera una vuelta de tuerca al género vampírico. Una revisión pasada por el tamiz del humor inteligente, teniendo en cuenta la sinopsis que la editorial ofrece en su contraportada: “Una versión totalmente alocada”, “cada vez que se pone nervioso, al profesor (Helsing) le viene una necesidad irrefrenable de visitar los lavabos”… Con estas dos frases uno imagina una orgía de risas, unas carcajadas del copón… Pero no. No.

A lo largo de 580 páginas vamos a recorrer las desventuras de un Don Drácula que, cansado de vivir en tierras transilvanas se ha mudado, no a Londres, como sería de esperar, sino a Japón y no lo hará solo ya que le acompañarán su hija Chócola y su criado Igor.

Mientras Chócola va al colegio a clases nocturnas, papá Drácula se divierte buscando, con más o menos éxito, jovencitas guapas y vírgenes a las que poder chupar la sangre. Durante estas peripecias nocturnas el vampiro deberá enfrentarse a múltiples peripecias, entre ellas a Helsing, su enemigo más enemigo y portador de unas almorranas incapacitantes, y, para colmo, profesor de Chócola; y a Blonda, una gorda que está locamente enamorada de él y que solo vive y sueña con ser su donante perpetua de sangre.

Con estos mimbres, y unos cuantos más, iremos profundizando poco a poco en la historia personal de casi todos los personajes, y en otros asuntos curiosos: ¿Por qué Chócola vive con su padre? ¿Dónde está su madre? ¿Por qué odia tanto el conde la ciencia ficción? ¿Qué se esconde tras la gran Blonda?, ¿Cuántas clases de vampiros hay?, ¿Y cuántos Dráculas pueden existir a la vez?, ¿Cómo es que Drácula padre puede afeitarse delante de un espejo y su hija no se refleja?

Don Drácula se lee con facilidad y tiene un buen ritmo. Destaca la relación padre e hija. Chócola es casi una adolescente que no reniega de su condición, al contrario, la acepta, aunque quiere superar los límites de esta, como, por ejemplo, intentando mil maneras de poder recibir los rayos de sol. Su padre se muestra autoritario y contrario a casi todos sus deseos, aunque sea por su bien y por su protección, pero finalmente siempre entra en razón. Realmente se muestra más madura la hija que el padre, que suele quedar como un pelele.

Este tochaco manga está dividido en 26 capítulos a modo de historias independientes, aunque siguen un hilo general en su narración, que se suelen resolver de modo autoconclusivo.  Es cierto que a veces, un huevo de  veces, las situaciones y diálogos dan algo de vergüencita ajena por lo infantil que resultan y eso ha hecho que le reste varios puntos de gustabilidad.

El dibujo es muy gráfico y expresivo y casa bien con las historias y el tono general humorístico de la obra.

En resumen, Don Drácula es un manga para lectores que no sean muy exigentes y que tengan risa o humor fácil. Yo esperaba otra cosa, la verdad. Es lo primero que leo de este autor y la experiencia no ha sido satisfactoria. Dudo que lea algo más de Osamu Tezuka.

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