La inocencia de los sublimes

Reseña del libro “La inocencia de los sublimes”, de Tula Fernández

La inocencia de los sublimes

Tula Fernández es una autora a la que he descubierto hace muy poco, pero que consiguió deslumbrarme con su primer libro: La boca de los cien besos. De Tula me gusta esa voz cálida con la que envuelve sus historias, la forma de narrar la vida misma y las relaciones interpersonales. Creo que tiene un auténtico don literario que siempre reluce en sus novelas. Así que, como comprenderéis, acercarme a un nuevo libro de la autora ha sido un auténtico placer.

En esta ocasión, Tula Fernández regresa con La inocencia de los sublimes, una novela que, si bien sigue los pasos de la anterior en cuanto a calidad y estilo, me ha sorprendido por su trama más cercana al thriller.

En La inocencia de los sublimes, nos movemos entre dos ubicaciones diferentes: Apóstoles (Argentina) y Oviedo (España). En Argentina conocemos a don Quibo, un anciano muy peculiar que decide entregarle a don Leusebio una caja que lleva demasiado tiempo custodiando. En su interior se encuentran todos los papeles y cuadernos de la escuela de un pasado ya muy lejano. El hallazgo, que vendrá a romper la monotonía y un poco los corazones de esta pandilla de ancianos, provoca un efecto claro en ellos: construirán una escuela en el pueblo para que todos puedan seguir aprendiendo. Nunca es tarde, ¿verdad?

Por otra parte, conocemos a Dina Riverol, quien acaba de llegar para ocupar la Jefatura de la Comisaría de Oviedo. El cadáver de un hombre acaba de aparecer en la estación de trenes y aunque todo parece indicar que se trata de un suicidio, muy pronto descubrirá que está a punto de adentrarse en una trama que esconde demasiados secretos.

El hombre fallecido es Adolf Nowak, un excéntrico profesor de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo. Será entonces cuando descubran que, entre sus numerosos trabajos, aparece mencionado varias veces el nombre de Bruno Arqués, quien, a su vez, será interrogado por la policía por su relación con el fallecido.

Bruno, que es la primera vez que escucha el nombre de este hombre, no entiende nada. Pero mayor será su sorpresa cuando reciba una llamada alertándole de que el cadáver de su madre ha sido encontrado en Apóstoles, Argentina.

Hasta allí se trasladará, tratando de entender lo sucedido y sin saber que un pasado atroz está a punto de revelarse para él. En Apóstoles, Bruno conocerá al entrañable grupo de ancianos y su misión de construir la escuela, pero también descubrirá el secreto del antiguo sanatorio mental, los enajenados y su relación con Niñosolo.

Desvelaros más de la trama sería, por mi parte, casi un pecado. La inocencia de los sublimes, como todas las historias de Tula Fernández, merece ser degustada en primera persona, lentamente, página a página.

Como os decía al comienzo, esta es una novela que se acerca bastante al género del misterio, algo que me ha sorprendido y que he disfrutado mucho. Pero, sin lugar a duda, es también una novela muy de Tula Fernández. Esa voz maravillosa de la autora, esa capacidad de crear personajes brillantes y de mostrarnos su día a día, sus sentimientos y la forma en que se relacionan está presente a lo largo de la historia.

No os hacéis una idea de lo que he disfrutado con esa entrañable panda de ancianos argentinos. Don Quibo, don Leusebio, Valeria, Matías, Alma, la Bernarda… Con ellos he reído, me he emocionado y, al igual que Bruno, he aprendido que, a veces, el tiempo se define a un ritmo totalmente diferente.

La inocencia de los sublimes es otra maravilla de Tula Fernández. Una historia original, repleta de misterios y con una esencia humana que desborda todas sus páginas. No sé qué más puedo deciros para animaros a leerla. Estoy convencida de que os encantará.

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