El crepitar de la memoria

Reseña del libro “El crepitar de la memoria”, de Alba Vera Figueroa

El crepitar de la memoria

Hay voces que se quedan dentro de una sin saberlo. No, no hablo de perder la cordura. Hablo de esa calidez con la que las palabras te arropan y se instalan dentro de ti. Hablo de la buena literatura. De esos libros que leemos y deciden quedarse con nosotros. La voz de la escritora argentina Alba Vera Figueroa tiene esa preciosa cualidad. No hace mucho tiempo leí su libro de relatos Los Irreales y, sin yo saberlo, todo este tiempo ha permanecido dentro de mí. Ha sido al volver a leer a la autora con El crepitar de la memoria cuando me he dado cuenta de que su voz, tan potente, tan comprometida, está ya en mí. Reconocerla de nuevo ha supuesto un encuentro precioso.

Y es que Alba Vera Figueroa es pura fuerza. El compromiso y la magia con la que impregna a sus relatos hace que sea una de las voces más interesantes que he leído últimamente. Conecto mucho con la autora cuando la leo, cuando me sumerjo en sus historias, y creo que eso es de lo más bonito que me puede pasar literariamente hablando.

Si adentrarse en su libro Los irreales supuso todo un viaje emocional, transitar por El crepitar de la memoria supone de nuevo un pasaje de ida a la excepcional imaginación de Alba Vera Figueroa. Hay lugares deliciosamente comunes entre los dos libros: esa necesidad de la autora de usar la literatura como rebelión, como una herramienta política que nos ofrece un camino quizás menos transitado, pero que conduce siempre al mismo lugar: la gratitud hacia nuestros ancestros, el costumbrismo, el rescate de la memoria.

Hay lugares comunes, sí, como en los relatos que se incluyen en Cuentos para la memoria, en la primera parte del libro. Historias de una belleza y fuerza exquisita, relatos muy líricos que se entremezclan y tejen el tapiz de la memoria colectiva argentina y de sus pueblos. Relatos que persiguen esa necesidad de nombrarse y nombrar lo vivido.

Pero también hay caminos que se bifurcan, que toman otro sendero y nos presentan a una Alba Vera Figueroa completamente diferente. Como en los relatos recogidos en Cuentos fantásticos. Una Alba que sueña e inventa, que utiliza la literatura como una vía de escape. Relatos poderosos como El crepitar, lleno de magia, o Carril aniversario, donde la ciudad está más viva que nunca, donde hay lugar para la fantasía y la ensoñación. Como también ocurre en la tercera parte del libro, Prosa fugaz, en relatos que transitan la infancia y la añoranza o en los relatos incluidos en Teatro y Sueño, en la cuarta parte del libro, donde nos dejamos llevar por la ensoñación.

El crepitar de la memoria obtuvo el primer premio en Iniciación en Narrativa Imaginación en prosa de la Secretaría de Cultura de la Nación Argentina. Como dice la autora en uno de sus relatos, “un libro es un detonante” y este sin duda lo es. Un detonante que llega a nosotros en forma de relatos que hablan del desarraigo, de la memoria, del amor, la amistad, la represión y el miedo. Un libro muy político y al mismo tiempo, tremendamente humano. En palabras de la autora un “testimonio de un vacío”, un vacío que está más lleno que nunca gracias a esta prosa, tan poética en ocasiones, que nos regala Alba Vera Figueroa en sus libros y que a mí me tiene completamente fascinada.

Si buscáis algo diferente, una voz capaz de acariciarte el alma y remover tus instintos, una literatura comprometida y llena de fuerza y de memoria no podéis obviar esta obra. El crepitar de la memoria, de Alba Vera Figueroa, es un libro de relatos repleto de poesía que se instala muy dentro del lector.  

2 comentarios en «El crepitar de la memoria»

  1. Queda por decir, que su vocación de escritura,nació desde sus entrañas ,la inquietud y la voracidad de sus escritos, me llenaron el ALMA de añoranzas. Mereces ALBA, mí mayor respeto y gratitud, por ser parte escrita en tus recuerdos… FELICIDADES !!!!!

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  2. Este nuevo libro de Alba contiene cuentos y relatos que aportan su riqueza a las letras argentinas, como pocas veces antes. Nada hecho al descuido ni dejado al arbitrio del arte intuitivo, ya que cada uno de los cuentos ha sido elaborado con la precisión de quien maneja el cincel y talla armoniosamente su obra artística; de ese modo ha desarrollado la escritora su labor dirigiéndola al lector sin las complicaciones del metalenguaje pero sí con una exacta visión comunicadora, fundiendo imaginación, experiencias, estilo y ritmo dentro de un mismo crisol, a fin de que el resultado sea una perfecta amalgama de matices, incógnitas y sorpresas durante la lectura.

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