Reseña del libro “El hombre sin rostro”, de Luis Manuel Ruiz
Recuerdo que unas navidades me regalaron el juego Cluedo. Seguro que os suena, ¿verdad? Es este juego de mesa en el que, mediante cartas y pistas, tienes que ir investigando para tratar de averiguar quién ha sido el culpable de un asesinato. No sabéis la cantidad de días de emoción que me proporcionó. Todavía me acuerdo de los nombres de los personajes y las tardes jugando con mis hermanos y amigos. Han pasado ya muchos años desde entonces, pero esa sensación de sentirme una investigadora privada, Hércules Poirot o Sherlock Holmes todavía sigue intacta en mí. Por cosas de la vida, mi derrotero profesional ha ido por otros caminos menos excitantes, pero cuando me encuentro con un libro como El hombre sin rostro aquella niña que disfrutaba tanto intentando averiguar quién era el asesino vuelve a sonreír.
Luis Manuel Ruiz nos traslada al Madrid del año 1908. Este recién estrenado siglo pronto comenzará a ser testigo de una serie de muertes aparentemente inexplicables. En el Museo de Historia Natural aparece, aplastado bajo el esqueleto de un pterodáctilo, el cadáver de Don Ernesto Silva. Se trata nada más y nada menos que el ilustre director del museo. Lo que parece un desgraciado accidente cambiará drásticamente de rumbo cuando el bedel asegure haber visto al asesino.
Es entonces cuando entra en acción el pelirrojo Elías Arce, un personaje excepcional que he disfrutado mucho. Esta nueva hipótesis abierta por el bedel supone una oportunidad que no puede desaprovechar: por fin podrá escribir un artículo que deje con la boca abierta a su jefe en la redacción de El Planeta, uno de los principales periódicos de la capital.
En la escena del crimen, donde se celebra la rueda de prensa en la que participa Elías, también se encuentra tres personas que no pasan desapercibidas para nadie. Un anciano, su cuidador y una joven que despierta en Elías y en su pobre corazón un sinfín de emociones. El anciano es el eximio Salomón Fo, el científico más brillante del reino, miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, dotado con un cociente intelectual que supera cinco veces el de una persona normal. Ella es Irene Fo, su hija, otra mente brillante de personalidad arrolladora.
Juntos se afanarán en resolver este crimen, al que muy pronto se sumarán más muertes. Y es que detrás de esta serie de inexplicables asesinatos hay una trama tan compleja como la mente del científico Salomón Fo, este adorable y brillante anciano al que le pierden los pasteles con mucho azúcar.
Secretos de Estado, experimentos que nunca debieron ver la luz, rencillas personales, espionaje, misterio y muchas dosis de aventuras nos esperan en las páginas de El hombre sin rostro.
Sin duda, una de las cosas que más he disfrutado, además de volver a sentirme aquella niña que investigaba, ha sido el humor del que el autor hace gala en esta novela. Un humor sutil y muy fino que te hace conectar con la trama desde el primer momento.
Luis Manuel Ruiz posee un estilo literario tan único como sus personajes. Una verdadera suerte poder adentrarse en esta trama de misterio y aventuras de la mano de la editorial Libros y Literatura. ¿La mejor noticia? El hombre sin rostro es la primera parte de las andanzas del profesor Salomón Fo. Pronto podremos leer las próximas entregas de sus aventuras, también en Libros y Literatura. No se las pierdan.