El Ickabog, de J.K. Rowling

el ickabogHay escritores que son mucho más que escritores: son cuentacuentos. ¿Y en qué se diferencia uno de otro? Pues bien, el escritor te cuenta una historia y el cuentacuentos te hace ser parte de esa historia. Y J.K. Rowling, en mi opinión, está en esta segunda categoría. Su forma de narrar tiene un magnetismo tan fuerte que hace que el lector se quiera quedar, que quiera escuchar cada detalle, cada movimiento, para convertirse en parte de la trama. 

No, hoy no vengo a hablar de Harry Potter. Hoy vengo a hablar de la última novela que ha publicado: El Ickabog, una historia que me ha hecho reír, emocionarme e ilusionarme como hacía tiempo que no hacía. 

Rowling nos lleva al reino inventado de Cornucopia. Allí, el rey Fred cree que lo tiene todo controlado y que puede dedicar más tiempo a pensar qué ponerse que a gobernar su país. Hasta que un día llegan rumores de que el Ickabog, un monstruo que vive en Los Pantanos, está haciendo de las suyas y el pueblo le pide a su rey que haga algo para mantenerlos a salvo. Él, junto a sus hombres de confianza, deciden ir a la caza del monstruo y lo que pasa allí es muy curioso, porque no encuentran al Ickabog y, en cambio, uno de esos hombre aparece muerto. En ese momento, lejos de confesar que había sido otro de los soldados el que había disparado y matado sin querer al hombre, comienzan a inventarse una historia tremenda en la que el Ickabog es el culpable de todo. ¿Y sabéis eso que se dice de que una mentira es como una bola de nieve? Pues aquí ocurre precisamente eso: que la mentira cada vez se va haciendo más y más grande hasta que ya es imposible de controlar. 

No os imagináis lo que me he reído con esta historia. Rowling cuida cada detalle y crea una ambientación que es una fantasía y que encandila desde el principio. Siempre he pensado que tiene la gran capacidad de manejar muy bien las tensiones dentro de sus historias, de darnos los detalles importantes en el momento justo para atraparnos, y esta no es una excepción. Y es divertida, ¡y tanto que sí! Tiene unas ocurrencias que me parecen increíbles y que han hecho que disfrutara muchísimo de lo que estaba leyendo.

Y sí, a estas alturas ya te habrás imaginado que se trata de un cuento infantil, de una novela dirigida al público más joven de la casa. Y es verdad. Creo que el público ideal de este libro es de el que tiene una edad comprendida entre los ocho y los doce años, más o menos. Sin embargo, no tengo ninguna duda de que los adultos que se asomen a estas palabras también se quedarán prendados de ellas. Siempre lo digo: no hay que dejar que la vida nos arrebate las cosas bonitas. No hay que pensar que una historia que está enfocada a un público juvenil nos impida disfrutar de ella. Hay que eliminar los prejuicios y dejarse guiar por las historias. Os aseguro que si sois capaces de eso disfrutaréis de este libro una barbaridad. 

Como detalle curioso diré que está historia tiene muchos años, que Rowling empezó a escribirla a la vez que Harry Potter. En su prólogo cuenta que era el cuento favorito de sus hijos y que siempre se lo contaba por las noches. Que un día decidió darle forma y convertirlo en libro, pero que al final lo abandonó por cuestiones varias. También dice que durante la cuarentena de este año decidió desempolvar todo lo que tenía escrito y terminarlo de una vez. Gracias al gran trabajo de sus editores, en cuestión de semanas estuvo listo y publicado en Internet; quería hacerle un pequeño regalo a todos los niños que estaban encerrados en sus casas y que necesitaban entretenimiento urgente. Además, pidió que fueran los propios niños lectores los que ilustraran este libro, así que en esta edición podemos encontrar muchos dibujos preciosos que son la interpretación de lo que cada lector sintió cuando leyó El Ickabog. 

Se nota que me ha gustado, ¿verdad? No podría ser de otra forma, en serio os digo que he disfrutado muchísimo de esta historia, que no he parado de hablar de ella desde que la empecé. Tanto que (y esto que quede en secreto) ya he preparado algún ejemplar para dejarlo debajo del árbol este año. Espero que su destinatario disfrute tantísimo como yo y que se enamore de las palabras de Rowling, como lo hice yo con su edad. 

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