El libro de los seres casi imaginarios

Reseña del libro “El libro de los seres casi imaginarios”, de Caspar Henderson

El libro de los seres casi imaginarios

Siempre me ha parecido que los bestiarios fantásticos emanan una especie de aura mística que envuelve y atrapa a quien los consulta. Supongo que es una forma algo escatológica de decir que me siento atraída por la rareza de su mundo, una fuerza gravitatoria directamente proporcional al peso de sus páginas. Algo así como poseer un libro de brujería, solo que repleto de animales imposibles donde el arte de la ilustración, el relato y la imaginación comulgan para dejar fascinado al lector.

También existieron intentos de tipo realista que lucharon contra la ignorancia tratando de mostrar el mundo tal y como era, con sus meteduras de pata. Quizás no era el momento apropiado. Ahora sí lo es. Ha llegado a mis manos El libro de los seres casi imaginarios, de Caspar Henderson, editado por Ático de los Libros. Nótese el adverbio «casi», tan tímido y tan relevante, que marca una diferencia abismal respecto al bestiario tradicional: los seres de los que trata existen de verdad, pero son tan increíbles y nosotros tan desconfiados que necesitamos pruebas para asumir su realidad. ¡Más de seiscientas páginas de pura maravilla!

El libro está estructurado por el orden alfabético de la versión inglesa, pero se las han apañado para que todo encaje. Los diferentes apartados arrancan con una ilustración de las de tipo medieval, de esas que podrían colgarse como láminas para decorar una pared. Cada letra se dedica no solo a una especie, aunque a veces pueda llevar el nombre, sino a grupos enteros abordados desde un punto de vista evolutivo, morfológico, fisiológico y de comportamiento. De lo microscópico a lo más grande. Y me quedo corta, porque no se trata en absoluto de una ficha técnica al estilo enciclopedia. Existe información de otras muchas disciplinas que el autor mezcla con gran facilidad e incluso insertando un humor que a veces se vuelve irónico. De este modo, la letra G puede empezar con un «Tiene los genitales más rápidos del Oeste y no dudará en usarlos para aplastarte la cabeza» (p.167) y continuar de forma muy digna y profesional explicando los pormenores del tema a tatar. Ese es otro punto a favor de este ensayo, la forma que tiene de explicar las cosas. Porque sin restarle seriedad cuando tiene que tenerla, al momento te describe a una araña saltadora como «un panóptico voraz, aficionado al puenting y al parkour» y no se te olvida.

Entre las referencias, hace alusión a otros bestiarios, a la mitología y a libros escritos siglos atrás, de manera que cuenta también anécdotas mezcladas con datos históricos para dar perspectiva y ponernos en contexto. También relaciona los ejemplos con películas, novelas e incluso con la música, con lo que la lectura se hace muy amena y no llega a saturar con tecnicismos. Las analogías son fabulosas porque se graban en la memoria. Además, contiene apartes en la lectura para ampliar información del tipo que te vuelves a la persona que tienes al lado para cuchichear: «Oye, sabías que…». Todo ello acompañado de fotografías y citas muy oportunas.

No voy a negar que estaba emocionada por leerlo, pero al mismo tiempo me hormigueaba la duda de si no se me quedaría corto. Porque dada mi formación en biología y mi obsesión confesa por las rarezas del mundo animal, cabía la posibilidad de que ya hubiese visto lo que tenía que ofrecer. ¡Puros prejuicios! El libro ha pasado la prueba de fuego y ha sido capaz de sorprenderme también en mi campo. Que, claro, es imposible conocer todas las especies de la tierra, pero incluso en las más conocidas —y conocidas por todos— había datos que se me escapaban por completo. Detalles a veces sobre su estructura, otras sobre metabolismo e incluso de comportamiento. No digamos ya cuando la narración derivaba por caminos desconocidos para mí, de tipo histórico, anecdótico o filosófico. Se intuye un trabajo de documentación espectacular.

El libro de los seres casi imaginarios podría contonearse sin temor ante los bestiarios antiguos, con la cubierta bien alta. Porque tiene la capacidad de superar con conocimientos científicos lo extraordinario de los libros fantásticos, e incluso destacar habilidades superiores en especies a las que se les atribuían otras sensacionales, pero erróneas. A su vez, el libro es un ensalzamiento de la vida en sí mismo. Con una de cal y otra de arena. Nos pone en nuestro sitio con una palmadita en la espalda —es que somos unos revoltosos— al tiempo que nos muestra lo emocionante de nuestra existencia, comparable a la del resto de seres vivos.

En conjunto se trata de una idea muy original para enfocar la divulgación científica. Pues toma como punto de partida lo mitológico, y en muchos aspectos acientífico, para volverlo a su favor. Y además ganar. ¡La ciencia gana! Sin duda es uno de esos libros de consulta que se acomodan muy bien en la estantería y hasta sirven para presumir.

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