El país donde florece el limonero, de Helena Attlee

El país donde florece el limoneroLa historia no es tal y como nos la cuentan en el colegio: listas de reyes, guerras y batallas, equilibrios de poder, inventos que revolucionan el mundo occidental… La historia es mucho, muchísimo más que esa visión única que nos venden en los planes escolares. Es también la manera en la que se come, se duerme, se viste, se habla o se comprende el mundo. Es lo que hicieron, sintieron y pensaron todos los estratos de la sociedad, es cómo se relacionaron, qué consideraron necesario y qué prescindible y también aquello que pasó donde no solemos poner el foco. Es también la vida privada, en la medida que condiciona la vida pública. Y este libro de Helena Attlee habla justamente de todo eso.

El país donde florece el limonero es una carta de amor a Italia y sus cítricos y también una prueba más de que podemos poner el foco en elementos diversos para contar otra versión de la historia. En este caso, Attlee lo pone en los jardines y campos de cítricos del país vecino y, con un estilo ameno y vívido, recorre la historia de sus territorios en los últimos quinientos años.

De su mano, descubrimos la obsesión de los coleccionistas renacentistas por los frutos raros (con dedos, estriados, auténticos monstruos botánicos a nuestros ojos), el gesto (sublime) con el que los recolectores de media Italia le enseñaron a abrir una naranja recién cogida del árbol, la conexión entre el origen de la mafia siciliana y la importación de limones a Inglaterra y Estados Unidos o los decenas de usos de la bergamota. Y todo ello perfectamente encuadrado en la historia cultural y política del país. En esta “historia de Italia y sus cítricos”, como reza el subtítulo, se enlazan arquitectura, arte, comercio, política y vida privada a través de la frágil imagen de un limón. Porque Attlee es capaz de hilvanar las anécdotas hasta convertirlas en grandes bolas de fuego que deciden el futuro de las gentes y los territorios.

El país donde florece el limonero es también un libro de viajes. En las primeras página, la autora narra la primera vez que viajó a Italia. Lo hizo en tren, desde Londres y su primer recuerdo del país, al despertar en el coche cama camino de Florencia, es ver crecer limones junto al andén de la estación. Esa experiencia, cuando todavía era estudiante universitaria en Londres, condiciona el resto de su vida. El año siguiente pasa el curso escolar en Siena, donde florece su pasión por los cítricos. Y, desde entonces, visita las villas, palacios, viveros y jardines del país con regularidad, los ha convertido en su campo de especialización académica y todos los años organiza viajes culturales en los que, con ella como guía, se visitan villas, jardines y viveros en la Toscana, el Véneto, Calabria o Sicilia. Como lectores, viajamos con ella y llegamos a conocer todos esos lugares.

El libro es una delicia pero, además, como siempre, Acantilado nos trae una edición cuidada, una traducción impecable de la mano de María Belmonte, de quien ya he tenido oportunidad de hablar aquí, una cubierta en la que querrías sumergirte y una calidad en el libro como objeto (papel, guardas, tintas, cosido…) que consigue que mis estanterías estén salpicadas de ediciones suyas.

El país donde florece el limonero es un ensayo exquisitamente escrito, editado y traducido que se disfruta página a página. Es un libro en el que Helena Attlee condensa lecturas, viajes, miles de horas de estudio y dedicación y un estilo sutil, plástico, para acercarnos de una manera diferente al país vecino. Y, os aviso, si lo leéis, no podréis evitar moriros de ganas de visitar los lugares de los que habla. ¡Empezad a reservar los billetes!

Laura Gomara @lauraromea

 

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