El pasajero. Stella Maris

Reseña del libro “El pasajero. Stella Maris”, de Cormac McCarthy

El pasajero. Stella Maris

El regreso de Cormac McCarthy después de 16 años sin publicar una novela ha sido una de las noticias del año. Y no ha vuelto con una sola, lo ha hecho con dos, El pasajero y Stella Maris, reunidas en un volumen que sobrepasa las seiscientas páginas y que de nuevo desafía a lectores y lectoras con una narrativa fuera de lo común, como ya hiciera en su momento con La carretera o Meridiano de sangre.


En El pasajero, seguimos a Bobby Western, un buzo mercenario, especializado en sumergirse en aguas profundas para realizar encargos de todo tipo. El último, el que abre el libro y nos sitúa en 1980, lo lleva a hurgar en las tripas de un avión hundido poco antes en el golfo de México para intentar encontrar una caja negra que, para cuando Bobby llega, no está allí. No solo eso, también falta el décimo pasajero del aparato, algo que resulta más extraño incluso cuando pasan los días y no hay noticia del siniestro en la prensa.


De manera coherente con la trama, el desarrollo de El pasajero se asemeja a una inmersión. De corte claramente noir al principio y no exenta de humor, según nos adentramos en ella se va volviendo más abstrusa, en paralelo con la deriva del protagonista. Bobby Western, acosado por los agentes federales y por los fantasmas que comienza a ver en todos lados, irá pasando de ser un despreocupado hombre de fortuna a un hombre ansioso que lidia con sus peores miedos a través del recuerdo de su padre y de su hermana, su gran amor, su gran pérdida.


En lo estilístico no hace concesiones McCarthy, como no las hacía en La carretera, por ejemplo: las conversaciones entre sus personajes en muchas ocasiones no tienen referencias, igual que no las tendrían en la vida real, donde dos amigos que se encuentran no necesitan rememorar de qué se conocen antes de comenzar a charlar. Así, o lo tomas o lo dejas. O permites que te envuelva como si flotaras en líquido amniótico o recuperas la verticalidad y sales pitando a la superficie a buscar aire. La persistencia lleva a descubrir una novela con reflexiones brillantes sobre la matemática o el origen del conocimiento, y a un personaje atormentado, complejo e incompleto.


En cuanto a Stella Maris, muchos se preguntan si será la novela final de Cormac McCarthy, que cumple 90 años en 2023. Si lo es, será un epitafio muy particular, con su primera mujer protagonista, Alicia Western, la hermana de Bobby y escrito completamente en forma de diálogo. Situada ocho años antes en el hospital psiquiátrico en el que ingresa Alicia, Stella Maris es más inabordable, si cabe, muy perturbadora, un viaje al centro de la mente de la joven matemática, niña prodigio, que nos lleva a descubrir a través de las transcripciones de sus sesiones terapéuticas si en su espíritu perdido residen todas las respuestas a las preguntas de Bobby. Imposible de abordar sin haber leído antes El pasajero, Stella Maris también constituye una zambullida en las matemáticas y la filosofía, pero en este caso una zambullida total, sin el sostén de casi ninguna intriga, una píldora que muchos y tendrán difícil tragar y que solo tiene justificación como coda de su texto gemelo.

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