Hermanastra, de Jennifer Donnelly

HermanastraTodos conocemos la historia de la Cenicienta, al menos la versión Disney, pero no tantos saben que en el cuento de los hermanos Grimm las hermanastras se cortan los dedos de los pies para conseguir que les quepa el zapato. Con esta escena sangrienta comienza Hermanastra, de Jennifer Donnelly.

Esta novela no es otro retelling del famoso cuento, sino que toma su final como punto de partida para contarnos más sobre las hermanastras, de las que solo se nos ha dicho que son feas y malas. Por un lado, tenemos a Tavi, siempre concentrada en libros y experimentos científicos. Por otro, a Isabelle, valiente y osada, a la que le encanta cabalgar y leer sobre batallas. Ninguna de las dos es agraciada según los cánones oficiales y llevan años resentidas con Ella (Cenicienta), por lo que no la han tratado bien. Cuando Ella se convierte en reina de Francia, para el pueblo, ellas quedan reducidas a su papel de hermanastras feas y malas, y bien sabemos que a una mujer fea no se le perdona con la misma facilidad que a una mujer guapa, ni entonces ni ahora.

Lo que no sabe Isabelle es que las Parcas, las viejas encargadas de cartografiar el destino de los seres humanos, y el marqués del Azar, al que le gusta provocar que las vidas de la gente tomen caminos imprevistos, se han retado. Ellas lucharán para que se cumpla el inminente destino aciago de Isabelle y él para que se salve.

La reina de las hadas, con sus uñas afiladas y negras (nada que ver con la entrañable ancianita Disney), será un pieza clave para que la balanza se incline hacia uno de los lados. Se aparece a Isabelle para concederle un deseo, y a esta no se le ocurre otra cosa que pedirle belleza, porque cree que es la única forma de que su vida mejore y la gente deje de odiarla. Al hada no le parece la mejor idea y le propone encontrar los pedazos perdidos de su corazón para ver si así se lo repiensa (lo que me recordó a la premisa de Descorazonada, la novela gráfica que recomendé hace poco).

Con todos estos elementos, Jennifer Donnelly consigue una novela adictiva e inspiradora. Está repleta de reflexiones que nos hacen clic en la cabeza y convierten el blanco y negro del cuento original en una escala infinita de grises. Nos damos cuenta de que a Cenicienta, Ella en esta novela, se la considera la buena de la historia porque es guapa, sumisa y sonriente, hace siempre lo que se espera de ella. Y adquiere sentido el comportamiento de las hermanastras, capaces de mutilarse por cumplir las expectativas de su madre y de la sociedad, aunque ellas pasen de casarse con el príncipe; un comportamiento absurdo que, sin embargo, las mujeres reproducimos de una forma u otra hoy en día, frustradas por lo que no somos, en lugar de valorar lo que somos.

Jennifer Donnelly hace añicos los cuentos de hadas tradicionales con esta novela de empoderamiento tan actual. Y no hay mejor forma de definirla que parafraseando a uno de los personajes: Hermanastra es una de esas historias que nunca nos cuentan, pero que son las que más necesitamos escuchar. Por eso tenéis que leerla: os sentiréis orgullosas de ser como la hermanastra fea.

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