Hijas de la resistencia

Reseña del libro “Hijas de la resistencia”, de Judy Batalion

Hace años que, a través de las lecturas escogidas, acompañantes de mi día a día, me inicié en la búsqueda de mujeres silenciadas, de mujeres que cosieron la palabra historia pero que, por el hecho mismo de ser mujer, no figuran en los libros, en los museos, en los planes de estudio.

Hace años que, a través de los libros, empecé a rescatar, para mí misma, pero, también, por un sentido de la justicia hacia ellas, sus testimonios.

Hace años que, a través de la lectura, descubro mujeres olvidadas. Hace años y, sin embargo, me sigue sorprendiendo, aún, esa capacidad de la historia en mayúsculas de hacer como si no hubieran existido, a pesar del papel tan importante que desarrollaron en muchísimos casos. Una prueba de este olvido y de este papel es Hijas de la resistencia, el testimonio verídico, sorprendente y estremecedor que Judy Batalion rescata, ordena y pone encima de la mesa con la publicación de Seix Barral.

De familia judía, la autora, décadas atrás, decidió empezar una investigación en la cual, a medida que más investigaba, más testimonios de mujeres judías que pertenecieron a la Resistencia contra el nazismo en Polonia iba desvelando. El resultado, este libro, mezcla de no ficción y ensayo, que combina las voces en tercera persona de todas aquellas muchachas, porque no eran más que eso, mujeres de menos de treinta años, que lucharon en contra de los ideales propugnados por Hitler, y que estaban dispuestas a morir por la causa, su religión y su tierra.

Renia, Zivia, Tovia, Sarah… Alternando los testimonios de las protagonistas, sus historias familiares, sus llegadas a las distintas agrupaciones juveniles de la Resistencia, la acción se sitúa a partir del año 1940, y tiene como focos algunos de los territorios de Polonia, así como las vejaciones, humillaciones, e injurias que sufrió la gente judía por parte de los nazis.

Lo que me gustaría destacar y poner de manifiesto en esta reseña es la absoluta y sincera convicción que las movió a enrolarse a la Resistencia y a luchar contra un enemigo mucho más poderoso, sin dudar de la muerte. Esas chicas desarrollaron infinidad de trabajos como resistentes, desde hacer de enlaces y de portadoras de panfletos subversivos hasta camuflarse para traspasar la frontera y esconder a gente. Se fugaron de las prisiones con sobornos, resistieron torturas, arropadas por el miedo, ese terror con el que aprendieron, o no, a convivir, ya fuera en el gheto, con la ocupación nazista, o en cada acción a escondidas que hicieron durante aquel tiempo. Luchar o morir, esa era su consigna.

Como lectora que pertenece totalmente a otra generación, a otro mundo, a otra convicción religiosa, no soy nadie para determinar sus razones. Me basta con todas esas mujeres que vivieron un tiempo que no me gustaría protagonizar, que se vieron sometidas, por su condición y creencias, al pavor más puro e indigno, que conocieron la humillación y la muerte de sus familias, parejas, amigas, en manos del nazismo, y que encontraron, en la lucha por lo que les quedaba, una forma de resistir, la única que conocieron, y de vencer al enemigo.

Me quedo con los testimonios de todas ellas, chicas de mi edad, que se vieron forzadas a militar en la Resistencia para hacer que su vida cambiara y a las que Judy Batalion ofrece la voz por primera vez. Hijas de la resistencia.

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