Reseña del libro “La inmensidad del mundo”, de Ed Yong
Creo que he recibido un flechazo. Sí, eso puede pasar también con los libros. Llevaba tiempo buscando una media naranja, o un medio medio árbol, en un ensayo que explicara cómo ven el mundo el resto de animales sin caer en comparaciones absurdas con el ser humano. Que luego estamos que si el lobo es malo y la oveja tonta, puros prejuicios antropomorfos y sin fundamento. La inmensidad del mundo, de Ed Yong, no solo ha abierto mis ojos, sino que me ha dado acceso a otros desde una perspectiva biológica y de supervivencia, en lugar del clásico «a ver quién lo tiene más grande y si no soy yo o el elefante, me pico y no respiro – Firmado: Homo sapiens». Esto me ha permitido profundizar como nunca antes en sentidos y formas de percibir el mundo que nunca poseeré; en estados que solo puedo imaginar, ni siquiera soñar, porque los sentidos nos limitan, y concluir que está bien así, que no hay por qué tenerlo todo. Que incluso sería una desventaja. El sello Tendencias pisa fuerte sacando a la luz estos secretos que tenemos delante, pero que no están a la vista de todos.
Tengo que aclarar, ya desde el principio, que no es fácil hablar de este tema, porque todos los estudios que hay hasta la fecha siguen siendo pocos en comparación con lo que conseguiremos averiguar de aquí a un tiempo. Todavía estamos lejos de que exista la enciclopedia de los sentidos por especies, o al menos una que sea fiable. Por eso he tardado tanto en encontrar un libro como este. Confieso que me he quitado un peso de encima al encontrarme con una gran cantidad de datos desconocidos, incluso en las especies más cotidianas, porque con lo friki que soy para esto, siempre cabe la desilusión. Pero este no es un flechazo de flores y bombones, es más creativo, de los que te llevan a la luna para que le pegues un mordisco. Es verdad que, si te gustan los animales, la portada te puede encandilar con solo mirarla. Aparte de bonita, es muy adecuada hasta en los colores. Si es así, no te preocupes, en este caso no pasa nada porque la primera apariencia no engaña. Puedes dejarte llevar. Yo lo he hecho hasta sacarme la pose «vieja del visillo» que me reservo para ocasiones especiales.
La inmensidad del mundo da un repaso a todos los sentidos del reino animalia de los que somos conscientes que existen en la Tierra. Por si necesitáis un punto de partida para ubicaros, el ser humano tiene más de cinco porque se incluirían la propiocepcion, la nocicepción, la termorrecepción y el vestibular o del equilibrio. Es decir, contempla todo lo que se percibe en sentido amplio y lo ordena en diferentes capítulos. Lo hace con una escritura de tipo periodístico divulgativa que busca de forma amistosa que el lector asiente unas bases en lugar de rellenar su cerebro con datos complejos como si fuese una empanada, hasta que explote. Quizá por esta razón cuenta con una bibliografía generosa y bien detallada, para que aquellos a los que les gusten las experiencias fuertes puedan acceder a la fuente y tirarse en plancha para consultar el estudio específico y rumiarlo en silencio.
La forma que tiene de enlazar una especie con otra es consistente con la idea de que no son comparables. Que haga énfasis en esta verdad me parece de lo más importante. Cada una tiene lo que le ha servido para sobrevivir y no existen seres superiores o inferiores, sino biodiversidad. Solo esta palabra es abrumadora, si además le añadimos cómo perciben el mundo adquiere una profundidad abismal. O como dice el título, de inmensidad, no solo por la cantidad, también por la cualidad. Porque si dos animales disfrutan del mismo sentido, por ejemplo el de la vista que tanto nos domina, no tienen por qué hacerlo de la misma manera. ¡Si varía incluso dentro de la especie!
Ahora imagina tener el gusto repartido por todo el cuerpo, como si fuese una gran lengua; o pasar hambre por no poder encontrar la comida en el bosque, porque tienes demasiados conos para el color como para que contraste bien con el entorno. Imagina ser insensible a que te expriman limón sobre una herida abierta; o saber qué temperatura hace en un lugar al que todavía no has llegado sin consultar la predicción meteorológica. Pequeños detalles, de entre muchos otros, que se encuentran en estas páginas y que destripan estudios, anécdotas y entrevistas a diferentes investigadores especializados. No volverás a ver igual Buscando a Nemo cuando sepas que Dory, ese pez cirujano tan llamativo, en realidad se mimetiza con el coral bajo los ojos apropiados.
He querido poner ejemplos que se asemejan a nuestra forma de entender el mundo, y con un claro sesgo hacia la visión, para que os hagáis una idea y por dejar caer que La inmensidad del mundo contiene una colección de fotografías muy útiles, y a todo color, en el apartado final, que ilustran de forma clara lo que se explica. Pero luego están «los otros», los sentidos que parecen sacados del mundo de los gnomos y los unicornios. Tan fantásticos porque son reales. No resultan tan fáciles de imaginar, pero motivan hasta el punto de soltar la palabrota de turno y exclamar lo bella que es la vida antes de continuar leyendo con la nariz pegada al papel.
Es curioso, porque el libro me ha dejado una sensación de paz conmigo misma y con el mundo. Como si necesitase encontrar la lógica de por qué las cosas funcionan de una determinada manera. Digo las cosas, pero es la vida. Es posible que de forma inconsciente haya contestado a alguna pregunta existencial no formulada. Salvando el hecho de que siempre es buena idea acostarse con un buen libro que te haga cantar aquello de «un mundo ideal…» sin necesidad de subirte a una alfombra.
La inmensidad del mundo es un ensayo científico que te teletransporta sin moverte del sofá, con el que a veces sientes que los animales vivimos en el mismo plano, por lo que podemos chocar, pero hacemos vida en diferentes dimensiones. Ayuda a entender que nada es mejor o peor, y que la evolución biológica no es sinónimo de mejora, sino de cambio. Es tan importante para la convivencia que comprendamos esto, que considero que el libro cumple una labor de concienciación muy valiosa. Ya que solo comprendiendo otros mundos podremos entender mejor el nuestro.