Reseña del libro “Las corrientes oceánicas”, de Félix J. Palma
“Mi hijo pudo ser cualquier cosa en la vida, pero casi no tuvo tiempo de ser, porque murió a los siete años, convirtiendo en un acertijo el propósito de su vida, escribiendo en el aire su historia incompleta”.
¿Cómo se puede vivir tras haber perdido a un hijo? Esta no es más que una pregunta al aire. Una pregunta que lanzo porque sé que no hay ninguna respuesta. No al menos una respuesta que cubra el dolor, la desazón y el duelo de la pérdida. Cuando una madre o un padre pierde a un hijo deja de vivir para simplemente existir. Cuando un hijo se muere, se lleva consigo un pedazo de la vida de sus padres, la pieza del puzzle que da sentido a su existencia.
En Las corrientes oceánicas, el escritor Félix J. Palma nos adentra, de manera brillante, en ese duelo, en ese momento en el que todo a nuestro alrededor se paraliza y la vida no es más que una sucesión de días sin sentido.
Sergio tenía solo siete años el día en que salió de casa para no volver. Aquella mañana, el pequeño iba de excursión escolar con su clase cuando un vehículo, conducido por un hombre manco en estado de embriaguez, impactó contra el autobús. Veintinueve niños murieron en el accidente.
“¿Se puede continuar tras haber visto el rostro de un hijo muerto?”
Esta es la pregunta que se hace Alberto Ballesta, el padre de Sergio. Sumido en matrimonio insalvable con Salomé, quien decide abandonarle a él y a esa casa poblada de recuerdos tras el accidente, la pregunta llega con una clara respuesta: la única salida es el suicidio. Sin embargo, al entrar en la habitación del pequeño, descubre el puzzle que estaba haciendo con su hijo. Un puzzle al que solo se le falta una pieza extraviada que no se molestó en buscar en su momento, pese a que el niño se lo pidió varias veces. Y entonces, como una revelación, como un bote salvavidas al que aferrarse en el naufragio del duelo, esa pieza, el ojo izquierdo del tigre, se convierte en su única conexión con la vida. Se lo debe a su hijo: encontrará la pieza y después acabará con su propia vida.
Comienza entonces la búsqueda y obsesión por terminar el puzzle. Una búsqueda que no será nada fácil y que llevará a nuestro protagonista al límite de sí mismo. Y es que, en su particular investigación, Alberto conocerá la historia de sir Duncan Madox, un excéntrico aristócrata aficionado a los juegos de ingenio y a los puzzles que se atrevió a desafiar al mismísimo Diablo y quien fundó una secta satánica llamada Los Incompletos que parece estar íntimamente relacionada con la muerte de su hijo.
Haciendo gala de la misma querencia por el absurdo que sobrevuela sus relatos, Palma juega a la parodia del género policiaco aguando la tragedia con destellos de humor hilarante. El autor narra con maestría y lucidez el descenso a los infiernos del protagonista de Las corrientes oceánicas. Un descenso al que, como lectores, nos vemos irremediablemente arrastrados. Se trata de un viaje duro, repleto de emociones y muchas dosis de misterio y originalidad. Porque si hay algo que caracteriza a esta novela es la habilidad del autor para sumergirnos en una insólita historia a la que no le falta de nada.
Y es que este libro es mucho más que un duelo, mucho más que una novela de misterio, mucho más que una propuesta desgarradoramente original. Las corrientes oceánicas, que obtuvo el XV Premio Luis Berenguer, es el ejemplo de cómo se construye una novela sólida y potente. Con una prosa plástica e imaginativa, que parece exprimir las posibilidades del lenguaje en cada página, esta novela es un alarde de ingenio e imaginación que podemos disfrutar ahora de la mano de la editorial Libros y Literatura.