Los ejércitos de la noche, de Norman Mailer

Los ejércitos de la nocheCon la reedición por parte de Anagrama de Los ejércitos de la noche, del escritor estadounidense Norman Mailer estamos todos de enhorabuena. Y lo estamos por partida doble. En primer lugar, porque hacía más de seis años que no teníamos de vuelta en las estanterías una de las mejores obras de la literatura norteamericana de los últimos cincuenta años (ganadora del Premio Pulitzer y el National Book Award) y eso, ya de por sí, es siempre un motivo de alegría.

En segundo lugar, porque esta obra es un auténtico manual de Buenas Prácticas periodísticas y un ejemplo ingenioso y a la vez sencillo de cómo unir con maestría y oficio la ficción con el ensayo, la literatura y el periodismo, tomando como base, al igual que hiciera unos años antes Truman Capote en A Sangre Fría o el propio Thomas Wolfe en muchas de sus obras, un hecho histórico de relevancia: en este caso, la famosa Marcha hacia el Pentágono de octubre de 1967, el hito principal de todas las protestas y revueltas que se sucedieron en Estados Unidos contra el gobierno de Lyndon B. Johnson por la cruenta guerra de Vietnam.

Efectivamente, estamos en la época de los hippies, el LSD o el anticomunismo. Los años de las revueltas estudiantiles o feministas y de la lucha de la comunidad negra por sus derechos civiles y sus libertades, con Martin Luther King a la cabeza. Es el momento del rock psicodélico, el amor libre y los eslóganes que claman por una sociedad justa y anticapitalista, la concordia y la paz mundial. Es el momento de la Guerra y del Horror al otro lado del Pacífico. Suenan los Doors.

Norman Mailer fue uno de los más reconocidos escritores y ensayistas de los Estados Unidos, y además de director de cine o incluso aspirante a alcalde de Nueva York, también fue siempre un ferviente activista político. De hecho, se manifestó en numerosas ocasiones contra esa famosa contienda y, por supuesto, participó activamente aquel 21 de octubre de 1967 en la Marcha del Pentágono, arengó a las masas en varios de los mítines que se produjeron durante todo el fin de semana y finalmente fue detenido por saltarse de forma voluntaria un cordón de seguridad a las puertas del símbolo militar del país.

Para contarnos aquellos intensos y emocionantes acontecimientos, Mailer despliega en Los Ejércitos de la Noche todo su talento y su pericia para la ficción y el ensayo periodístico (así como su ácida ironía y su capacidad para la psicología y el análisis sociológico) y consigue, desdoblándose originalmente en un narrador observador, contarnos en primer lugar La Historia como Novela y en una segunda parte más interesante si cabe, La Novela como Historia.

Sin lugar a dudas, un retrato particular y a la vez brillante y objetivo de la sociedad americana de aquella época tan especial y del papel que jugaron en el antes, el durante y el después de tal acontecimiento los hippies, los comunistas, las llamadas Vieja y Nueva Izquierda, los artistas, los estudiantes universitarios, la comunidad cristiana, la clase media y la clase alta, los militares, los políticos, las mujeres y el resto de movimientos, grupos sociales y tribus diversas que participaron de una u otra forma en la Gran Manifa Pacifista.

Mailer nos habla de un ejército nocturno de almas anónimas dispuestas a luchar y que, a pesar de no tener casi nada en común, enarbolaron juntos por un día la bandera de la justicia y de la concordia en el mundo. Un ejército pacifista que, en mitad de la noche, salió de su trinchera tras apagar la televisión y caminó entrelazado hasta el Pentágono, quizá hasta la destrucción de su propio futuro, cantándole a la esperanza. Una vez allí, rompiendo sus cartillas de reclutamiento y colocando flores en los fusiles de los militares, sus hermanos, gritó y golpeó (y fue brutalmente golpeado) contra los muros de su propia Historia y lo hizo con la intención de derribarlos para reconstruirlo todo de nuevo finalizando un tránsito de sueños y de esperanzas lleno de ritos hoy ya universales, que conducía a un futuro mejor, donde los débiles y los inocentes no siempre fueran los que pierden.

El final de la historia seguro que ya la conoce usted. Sin embargo, le pido que lea a Mailer o se lo recomiende usted a su pareja, a su sufrida madre, al hijo trapero del vecino o a la sobrina Youtuber de su amante, pues quizá de esa forma consigamos volver a recordar que lo peor suele ocurrir cuando las antorchas y el eco de las protestas se apagan definitivamente y volvemos, confiados, a encender la televisión.

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