Un perro rabioso: Noticias desde la depresión

Reseña de “Un perro rabioso: Noticias desde la depresión”, de Mauricio Montiel Figueiras

Un perro rabioso

Antes de entrar en el libro en cuestión debo adelantarme diciendo que tengo dos miedos, y uno es consecuencia del otro. El primero es que nunca he tenido, he sufrido (no sé qué verbo usar, perdonadme), depresión; el segundo es que al no tenerla, no sé si sabría hablar de ella. Como imagino que no (sé que no), y que tampoco tengo necesidad de hacerlo porque para eso hay escritores geniales como Mauricio Montiel Figueiras hablaré, en realidad como siempre, de las sensaciones que me ha despertado este Un perro rabioso. Noticias desde la depresión, publicado por Turner: la apertura en canal de un escritor que vio en la escritura el lugar donde vomitar los miedos. Y así, quién sabe, quizá exorcizarlos, tanto para él como para los demás.

Hablemos primero del título, porque probablemente pueda llegar a desencadenar todo lo demás. La depresión como la rabia que te inocula un perro rabioso. ¿Quién es el perro? Yo no lo sé, pero creo que esa es la gracia del libro: un poco de luz hacia la figura oscura que llena todo de negro. Digo que quizá el título pueda desencallar un poco el tema del propio libro porque ya de primeras este proviene, o mejor dicho se inspira en una cita de Nietzsche. Y eso me parece importante porque todo el libro es una ristra de referencias encadenadas. El arte como espejo de la realidad, de tu realidad. El arte como espejo del alma.

Un perro rabioso está lleno de referencias, tanto textuales como visuales. Trabajo en el sector editorial y sé lo caro (e imposible a veces) que es publicar ciertos libros con imágenes a color en el interior. Pero qué pena que aquí no lo sea, porque Mauricio Montiel Figueiras recoge un gran número de retratos, fotografías y cuadros que hilvanan su relato personal: la experiencia de un hombre que al morir su madre se encuentra de cara con el monstruo de la depresión. E intenta evitarla con la química, que diría Nacho Vegas, hasta que un día el tope que obstruye esta química se debilita y no puede aguantar el fuerte caudal de la depresión, que rebosa, que explota, que se echa encima de la persona. Y por suerte esa persona está aquí para contárnoslo.

Digo por suerte porque uno de las temas más tratados en el libro ese el del suicidio, siempre como vía de escape de tantos y tantos grandes artistas de la historia de la literatura, del arte en general. Y Montiel Figueiras nos habla aquí de Beaudelaire, de Pizarnik, de Walser, de Bergman, de Woolf, de Kafka, de Storni, de Hemingway o de Chopin, entre muchos otros. Anécdotas, curiosidades, historia del arte mezclado todo con su experiencia personal: la vida de alguien que vive (o sobrevive) a base de pastillas buscando un claro en el que refugiarse y quedar salvado. No darse nunca al «paso sutil» de Camus. Y para ello, escribir; y sobre todo leer.

Cuenta Montiel Figueiras que este libro nació como un ejercicio personal que compartía en Twitter y que cuajó tanto que acabó siendo algo publicable para Turner, con un epílogo añadido del propio autor. Cuenta también que para él esto es un «testimonio de primera mano de una temporada en el infierno». Y cuenta tantas cosas más que no quiero ser yo quien con mis palabras (que valen tantísimo menos que las suyas) entorpezca algo que pueda ser tan importante para alguien como la lectura de este libro. Un perro rabioso es, cogiendo con mucha licencia aquel título de Nietzsche, un libro humano, demasiado humano.

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