Siempre he querido ser una lady inglesa. Menos mal que tengo asumido desde hace tiempo que no puede ser. En primer lugar porque de inglesa tengo poco y en segundo lugar, porque de lady aún tengo menos. Lady en el concepto de señorita refinada, con sus vestidos y sus buenas maneras, su dulzura, su risita entre dientes, su peinado impecable y un largo etcétera de cualidades que no poseo. No pasa nada, soñar es gratis y para eso la literatura me abre una vía de escape maravillosa cuando leo novelas ambientadas en la campiña inglesa y finjo ser yo una de sus protagonistas. No os hacéis una idea de lo bien que me lo paso.
Pero volviendo a lo que me ocupa, que algo tiene que ver con este delirio mío, hoy quiero hablaros del genial libro que ha publicado Penguin Clásicos y que tiene un título redondo: Una fiebre de ti mismo. Maravilloso, ¿verdad? Esta edición bilingüe, que corre a cargo de Gonzalo Torné, incluida la traducción, recoge una selección de poemas de los mejores poetas del romanticismo inglés.
Es difícil definir el romanticismo, no solo porque varía tanto de un país a otro como por su propia extensión. El romanticismo abarca diversos géneros artísticos, cada uno con sus propias características y formas, así que resulta bastante complicado dar una definición de este movimiento. Por ello me gusta la idea que propone Gonzalo Torné en el prólogo, “partir de una lectura de los poemas concretos y después entresacar sus rasgos más sobresalientes, a la espera de que algunos de ellos, aún con diferencias y tensiones, resulten coincidentes”. Es decir, seguir la ruta inversa.
Entre todos los poetas ingleses que pertenecen a este movimiento destacan los cinco protagonistas de esta antología: Wordsworth, Coleridge, Lord Byron, Shelley y Keats. No hace falta haber estudiado filología inglesa para conocerlos, ¿verdad? Seguro que habéis leído sobre ellos y es que estamos hablando de grandes entre los grandes.
No me siento preparada para analizar su poesía y tampoco creo que pudiera hacerlo. Ni siquiera creo que sea lo que tenga que hacer. Para eso hay gente tan preparada como Gonzalo Torné, que tan solo en el prólogo de este libro es capaz de dejarnos boquiabiertos con sus impresiones.
Yo, en tanto que lectora y eterna aspirante a lady, tan solo puedo recomendaros fuertemente esta antología. Motivos no me faltan. La edición es maravillosa: la selección de los poemas, las traducciones y todo el conocimiento que ha depositado en Una fiebre de ti mismo Gonzalo Torné es algo que la hacen única. Leyendo estos poemas quizás os pase lo que a mí, que desearíais por un instante pasear con vuestros tocados y sombreros por Hyde Park mientras un tímido rayo de sol os da en la cara y los patos graznan a lo lejos. No me digáis que no apetece.
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