Y de pronto, silencio. Diario de un despertar

Reseña de “Y de pronto, silencio”, de Davinia Lacht

“Si no puedes mejorar el silencio, cállate”. Con esa afirmación rotunda de mi madre y su amor por las palabras he crecido. Esas “perras negras” que las llamaba Cortázar, que en ocasiones son suaves y de negro terciopelo y otras se revuelven y muerden la mano que las acaricia. Pero siempre palabras, palabra compartida, palabra encarnada y palabra para nombrar el mundo.

Unido a este valor que he otorgado a las palabras ha ido de la mano el miedo al silencio, el horror vacui del discurso, un miedo irracional a mis propios pensamientos que afloran cuando no hay conversaciones, con alguien más o conmigo misma. ¿No habéis vivido esas situaciones en las que te preguntas por qué sigo hablando si lo que debería hacer ahora es callarme?


Ahora mismo tengo mucho ruido en mi cabeza por cambios vitales en mi entorno. Esos pensamientos a los que se refiere Y de pronto, silencio que no te permiten “ser”, que inundan tu “estar-en-el-mundo” que diría Heiddeger. Mucho ruido que perturba la percepción de mí misma y que hace que me sienta confundida. Ahora mismo deseo estar en silencio y tras leer el libro estoy pensando en cambiar mis vacaciones e irme de retiro a Francia. Aunque yo no optaría por el monasterio cristiano ecuménico en Taizé al que se refiere la autora en este “diario de un despertar”.


Lo que cuenta Davinia Lacht no es pretencioso, ni suena a palabra “de gurú”. Se trata sencillamente de compartir su experiencia cuando decidió probar a estar callada. Primero una semana, después un año. Conviviendo en este espacio con otras mujeres. Si pudiera entrevistarla le preguntaría si es posible estar en silencio leyendo, escribiendo y comunicándose con otras personas, aunque sea mediante gestos y sonrisas. Imagino que la respuesta apunta a lo invasivo de esas palabras con las que comenzaba la reseña. También me he quedado con ganas de leer sobre tipos de silencios, porque cuando callamos percibimos el viento, los pájaros, nuestra respiración o incluso el reloj.


De hecho, el libro más vendido en la historia, que no es Harry Potter sino la Biblia, comienza así, ¿cierto? Algo como: “en el principio era el verbo”. “Verbo” que quiere decir “palabra”, “logos”, emisión de un sonido que incide en el mundo de ahí fuera y conecta lo que quiera que está ahí dentro. ¿Tú qué piensas? Me encantaría poder empezar un debate, respetuoso, nada violento. Las cuestiones de fe dicen mucho más del ser humano que toda la tecnología que nos rodea. Y en la que muchas personas creen como si fueran dioses, como bien señaló Gaiman hace más de cuatro décadas en American Gods. La serie es ok pero tenéis que leer el libro si no lo habéis hecho ya.


¿En serio pensáis que con esa blabalogía que me caracteriza podría estar un año, nada más y nada menos, es decir 365 días, sin pronunciar palabras? ¿Qué pasaría? Para Davinia fue una liberación, algo que identifica con la libertad, una paz dulce, dice. Me gustaría probar. De hecho, leer Y de pronto, silencio me ha animado a ello.


Como admiradora de Sandman, el dios del sueño, y de su hermana pequeña Muerte, me ha encantado que recoja en este diario su percepción de todas las muertes a las que nos enfrentamos en la vida. Más allá (nunca mejor dicho) del tránsito final, cada noche, con ese “reset” que llaman los neurólogos, morimos y volvemos a nacer. Pero además cuando hay una transformación profesional, sentimental o cultural, la experiencia vivida es de renacimiento, de un “nuevo comienzo”.


Disponer del tiempo y del silencio necesario para reconocer estas metamorfosis existenciales le da sentido a la vida y le da belleza, que en mi caso es la razón para levantarme cada mañana. Con la lectura ocurre algo parecido. Puedes tragar y tragar líneas, incluso en un estado alterado de conciencia lejos de tu memoria y de lo que crees que eres, pero para asimilar lo leído, para integrarlo, para arriesgar tu experiencia y nunca volver a ser la misma, hay que levantar la mirada e imitar el gesto de los pavos cuando comen. Esos instantes de degustación de la escritura la enriquecen y son una oportunidad de crecimiento personal para ti.


Davinia Lacht te propone desde sus íntimas reflexiones que pares, que permanezcas en la quietud, que alberga la verdad, y que guardes silencio. Ella se siente agradecida y emocionada con lo que le ha llegado en ese estado de paz. Como decía Cioran, la única felicidad que está a nuestro alcance es la que gozamos cuando podemos liberarnos de toda expectativa.

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