La hija del optimista

La hija del optimista, de Eudora Welty

Eudora Welty - La hija del optimista

Una historia profundamente humana, escrita de un modo tan sutil y evocador que parece un cuento de hadas.

 

A pesar de tratarse de mi primera incursión en la obra de Eudora Welty, tengo que reconocer que tenía grandes expectativas cuando comencé a leer La hija del optimista.    Por decirlo de algún modo, estaba buscando a una discípula de William Faulkner, con quien a menudo se la compara; alguien que formase parte de la tradición narrativa del sur de los Estados Unidos, con sus dramas tortuosos poblados de personajes atormentados y, en muchas ocasiones, grotescos. Tratándose además de una novela galardonada con el premio Pulitzer, el listón no podía estar más alto.

Como suele suceder en estos casos, La hija del optimista no era lo que yo esperaba, pero su lectura, en lugar de suponer una decepción, ha resultado ser un feliz hallazgo.  Porque aunque es cierto que el universo literario de esta autora forma parte de ese sur que tenemos en mente, con sus tradiciones y sus conflictos, no cabe duda de que Eudora Welty habla con voz propia, una voz sutil, mágica y muy original.

Laurel, una viuda de mediana edad, viaja desde Chicago, donde reside y trabaja, hasta su Mississippi natal para acompañar a su padre, el juez McKelva, ya retirado, mientras se recupera de la operación quirúrgica a la que va a ser sometido.  Allí va a conocer a la nueva esposa de su padre, una arribista más joven que la propia Laurel, al tiempo que se enfrenta a la posibilidad de perder al último miembro vivo de su familia y, con él, el único vínculo que le une a su pasado.

 

Este argumento da para un drama tremendo que bien podría firmar Tennessee Williams, o el propio Faulkner, pero Welty consigue, sin perder un ápice de profundidad, imprimir a su novela un carácter mucho más ligero.  Lo que más sorprende de La hija del optimista, lo primero que llama la atención, es su extraordinaria sencillez; no se puede escribir de un modo más honesto y, a la vez, sutil.  Welty prescinde del dramatismo, incluso en los momentos más emotivos, dejando que la historia fluya con naturalidad, con la liviandad propia de los cuentos de hadas.

Otro tanto se puede decir de los personajes; todos parecen personas normales y corrientes a primera vista pero, tras leer unas pocas líneas, de un modo casi imperceptible y de nuevo con la mayor naturalidad, el lector se percata de que son todos realmente raros.  Encantadores u odiosos, memorables o discretos, pero siempre raros.

Y es este aire de cuento de hadas lo que realmente diferencia a Welty de otros escritores con los que habitualmente se la compara, porque esa galería de personajes estrafalarios sumidos en un drama que afecta a los principios mismos de sus vidas podríamos encontrarlos en Luz de agosto o en El ruido y la furia, pero lo que bajo la despiadada mirada de Faulkner es demencia y obsesión, para la cálida pluma de Welty es simplemente humanidad.  Y magia.

Welty nos traslada, acompañando a Laurel, desde un Chicago moderno y frío a ese sur que tan bien creemos conocer a través de la literatura y el cine, en su versión más femenina; un mundo intemporal en el que las mujeres son las depositarias y transmisoras de una cultura que sólo es patriarcal en apariencia.

Los conflictos actuales y pasados, la soledad, los recuerdos de su infancia, de su madre, de su marido… todo está tratado con tal sutileza que la historia, a pesar ser muy emotiva, no resulta dramática en ningún momento.  Incluso llega a ser divertida en algunos capítulos.

Es difícil para mí hacerle justicia con esta reseña a una obra a la vez tan sencilla y tan compleja.  La hija del optimista es una lectura agradecida, un libro entrañable e inteligente impecablemente editado por Impedimenta y que, por muchas vueltas que le doy, no se me ocurre que pueda no gustarle a alguien.

 Javier BR
javierbr@librosyliteratura.es

7 comentarios en «La hija del optimista»

  1. Creo que sí le has hecho justicia con tu reseña.
    Hace meses lei este libro y me pareció una gran novela.La autora narra magistralmente el regreso de la protagonista al sur de su niñez y los recuerdos que su casa familiar despiertan de nuevo en ella.
    El final, me parece perfecto.

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  2. Gracias, Coco. Esta autora ha sido para mí uno de los descubrimientos más agradables de los últimos tiempos. Me alegra que creas que con la reseña se transmite, al menos en parte, el espíritu de este libro, porque es una de las ocasiones en que más interés tenía en conseguirlo.

    Un saludo.

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  3. Viendo los libros que comentas en tu página (que no visito hace siglos, pero es que el tiempo no me alcanza ya a casi nada) estoy convencido de que este título te gustaría.
    Gracias por tu comentario, Andrómeda.

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